sábado, 5 de diciembre de 2009

ONAGER

El modelo estándar de máquina para lanzar piedras en el ejército romano era el llamado onager. La primera referencia a su uso aparece casualmente en la obra de Filon cuando se refiere a los aparatos necesarios para la defensa de una ciudad.


Tras 300 años de vacío en las fuentes, volveremos a encontrar referencias en la obra de Apolodoro de Damasco, ingeniero de Trajano. De nuevo desaparecerá de las fuentes hasta la aparición en escena de Amiano Marcelino y Vegecio en el siglo IV d. C. Después continuará en uso durante la Edad Media con el nombre de mangonel, hasta ser reemplazado en el siglo XII por el trebuchet, mucho más poderoso.


Amiano Marcelino es el principal historiador de referencia para comprender su funcionamiento, pues nos ha dejado la más detallada descripción de esta máquina. Se trata de una información muy corta y poco técnica pero de gran interés. Completan la documentación sobre este ingenio la obra de Apolodoro de Damasco y el Anónimo Bizantino. Estas dos obras aportan una nueva visión de la pieza a la que se le añade en su parte frontal un ariete con el fin de además de disparar poder batir las murallas.


Este sistema no parece muy lógico pues sería imposible llevar a cabo las dos operaciones sin un alto coste humano. Además, los movimientos operativos de los ingenios son muy diferentes y necesitarían una sincronización adecuada. Resultaba mucho más práctico el empleo del ariete y del onager de forma separada.

En la obra de Amiano sólo aparecen los elementos básicos del ingenio por lo que gran parte de la máquina se basa en meras suposiciones:


"En cuanto al escorpión, al que ahora llaman onagro, tiene esta forma: se labran dos palos de madera de encina o de acebo, ser curvan ligeramente hasta que parezca que forman jorobas y se les une como si formaran una sierra, perforándolos abiertamente en ambos lados. Luego, a través de los agujeros, se pasan unas cuerdas fuertes que mantengan la máquina sujeta e impidan que se desmonte".


Desde la mitad de este artefacto, se levanta oblicuamente un palo de madera, que se eleva como el timón de una carroza y se ata con gran fuerza con las cuerdas, de manera que pueda subirse y bajarse. En su parte más elevada se unen dos ganchos de hierro de los que cuelga una honda de estopa o también ganchos de hierro. Delante de esta madera se extiende un banco enorme, con tela, relleno de pajas pequeñas, que se anuda con fuertes ataduras, y está colocado sobre montones de hierba o de ladrillos, y así, cuando una máquina enorme de este tipo golpea un muro de piedra, lo destroza debido a la violencia del choque y no tanto por el peso.


Así pues, cuando estalla el combate, se coloca una piedra redonda sobre la honda, cuatro jóvenes a cada lado de la máquina tienden hacia atrás la barra a la que se le han atado las cuerdas y la extienden tanto hacia atrás que casi llega a tocar el suelo. Entonces, un encargado que permanece subido encima, de un fuerte golpe, abre violentamente el cerrojo que mantenía tensas las cuerdas de la máquina, de manera que la barra queda libre por esta violenta sacudida, golpea sobre la superficie mullida de la tela y lanza la piedra, que abatirá todo lo que se encuentre a su paso.


Esta máquina se llama tormentum, porque su mecanismo se desencadena a partir de la tensión (torqueo), y escorpión porque tiene una especie de aguijón levantado, e incluso actualmente se la denomina también onagro, porque cuando estos animales salvajes son perseguidos por los cazadores, dan coces y lanzan tan lejos hacia atrás las piedras, que llegan a atravesar el pecho de los que les siguen, o bien les rompen los huesos y les hacen reventar la cabeza." (AMIANO MARCELINO, Historia, 23, 4, 4).


De esta descripción se desprende que la máquina estaba compuesta por un resorte horizontal de torsión que se tensaba y un brazo de palanca vertical provisto de un dispositivo lanzador. Su funcionamiento era muy semejante al de una especie de honda de grandes dimensiones. Los cinco principales componentes del onager eran:
- Una base sólida de madera.
- Un brazo con una honda en el extremo para lanzar.
- Un resorte de torsión de gran alcance (madeja).
- Una cuerda y un mecanismo de torno para bajar el brazo hacia abajo
- Una barra transversal pesada con relleno para detener el movimiento del brazo cuando fuera lanzado.


El onager no era tan exacto como lo podían ser las máquinas bélicas del tipo ballista, ya que no poseía una base separada ni tampoco una junta universal que facilitara los movimientos. El principal inconveniente era que los proyectiles describían un ángulo más alto de tiro y, por tanto, era muy difícil precisar a la hora de disparar.


Es muy difícil saber cuál sería el tamaño y el peso de la máquina aunque debía ser significativamente mayor que las maquinas para lanzar piedras de dos brazos. Su peso, en función del tipo de máquina, se encontraría entre las 2 y las 6 toneladas. A causa de su elevado peso resultaba muy difícil corregir las trayectorias para apuntar a nuevos blancos, lo que la convertía en una máquina bastante estática.


Vegecio señala que los onagros se transportaban montados en carros, listos para entrar en acción en muy poco tiempo. Pero, a pesar de esta información no hay ninguna evidencia de que esto fuera así y parece que el autor confunde esta máquina con la carroballista que sí iba montada sobre un carro. Además, si tenemos en cuenta el enorme retroceso que producía esta máquina al lanzar los proyectiles, nunca podría estar montada sobre un carro de madera pues lo destrozaría al efectuar el primer disparo.

Este retroceso provocaba que la máquina tuviera que ser colocada sobre plataformas de lanzamiento con montones de césped o de ladrillos para que amortiguaran los golpes, ya que si se colocaba sobre estructuras de piedra se corría el riesgo de que las destruyera. Una de estas plataformas preparadas para ubicar un onager fue encontrada en Bremennium (Alto Rochester), un fuerte ubicado en el norte del muro de Adriano.

Mientras que en una ballista de dos brazos dos artilleros eran capaces de apuntar a un objetivo, el equipo necesario para poner en marcha esta máquina requeriría de un número mayor. El número de artilleros para hacerla funcionar sería de cinco a seis hombres aunque Vegecio sugiere que al menos harían falta once y Amiano apunta la presencia de ocho para dotar de efectividad esta máquina. Harían falta cuatro para poner el brazo desde una posición vertical hasta una horizontal, un artillero y un comandante para dar las órdenes, además de los que transportaban la munición.


"Hay también en cada cohorte otra máquina, llamada onager, que puesta sobre un carro la tiran dos bueyes. Sirve para la defensa de los atrincheramientos del campo, arrojando saetas y piedras contra los enemigos, si vienen a atacarlos" (FLAVIO VEGECIO RENATO, Epitoma Rei Militaris, Libro III, Capítulo XXV).


"El onager sirve para arrojar piedras muy grandes, según la magnitud de la máquina y la fuerza de sus nervios o cuerdas, y en general, cuanto mayor fuere, mayores piedras arroja, y con tal violencia que cada una parece un rayo. No se conocen hasta ahora máquinas de mayor impulso que estas dos… bastará añadir que los onagros no sólo sirven para matar a los hombres y caballos que alcanzan sus tiros, sino también para quebrantar las máquinas del enemigo." (FLAVIO VEGECIO RENATO, Epitoma Rei Militaris, Libro IV, Capítulo XXII).
La principal ventaja de esta máquina era su simpleza a la hora de construirla, ya que su construcción no requería de ninguna habilidad técnica. Al disponer de un solo resorte no era necesario, como sucedía en la ballista ajustar los dos resortes para que poseyeran la misma torsión. La capacidad de esta máquina aumentaba si tenemos en cuenta que podía disparar proyectiles de muy diversa forma y tamaño, no necesitando de piedras redondas para su correcto funcionamiento.


Posteriormente, en el chasis de esta máquina se dispuso transversalmente un fuerte haz de cuerdas en cuyo centro estaba insertado el extremo de una gigantesca cuchara de madera. Inicialmente la cuchara se encontraba fija en posición horizontal. El haz de cuerdas de torsión se podía tensar con ayuda de dos tornos situados a ambos lados. Si se soltaba después la fijación de la cuchara, ésta se elevaba como una palanca hasta que, al alcanzar la posición vertical, topaba con la viga horizontal, lanzando entonces hacia delante el proyectil que contenía.