Mostrando entradas con la etiqueta ENEMIGOS DE ROMA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ENEMIGOS DE ROMA. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de diciembre de 2010

VIRIATO

VIRIATO: El último lusitano.

Cuando España aún no era España -ni Portugal, Portugal-, Viriato ya era Viriato. Siglo y medio antes del nacimiento de Cristo, mientras romanos y cartagineses remataban su pugna por el dominio del Mediterráneo, incluyendo a Hispania de forma muy especial, Viriato llegó a dominar militarmente casi toda la Península, desde el valle del Guadalquivir al valle del Ebro. En aquel mosaico de tribus en retirada y entre los dos grandes imperios de la época, el genio militar del último gran jefe de la tribu de los lusitanos consiguió un poder indígena como seguramente no existió antes y no volvió a existir después. Viriato, como Indíbil y Mandonio, es un símbolo de la Iberia que los cronistas romanos retratan en su crepúsculo, mientras la civilización grecolatina, a sangre y fuego, entraba lentamente en la Península



.La novelería romántica ha hecho que Viriato, enemigo de Roma, figure en nuestro panteón imaginario con más méritos que Sertorio, Pompeyo o Julio César. Cuando antaño se enseñaba Historia en píldoras mitológicas, Viriato era «un pastor lusitano». Pero aun en el caso de que alguna vez cuidara ovejas o cabras, fue bastante más que pastor (con ser nobilísima esta profesión) y no un lusitano cualquiera. Cuando el historiador Apiano de Alejandría, en su libro sobre Iberia -VI de su Historia Romana-, cita por primera vez a Viriato, dice: «Aniquiló a numerosos romanos y dio muestra de grandes hazañas».




En realidad, Viriato tuvo en jaque durante varios años a las legiones, les infligió media docena de derrotas humillantes, recorrió, revolvió y casi dominó las dos Hispanias, la ulterior y la Citerior, mató a miles de soldados romanos o aliados y murió de confianza, veneno anterior al de la traición. Puede decirse también que murió por pactar, pero eso no lo acredita como centrista póstumo. Hay sabios que lo consideran sólo un aspirante a reyezuelo cuya ambición tropezó con la implacable Roma, hecho que celebran.



Lo que seguramente ha cautivado la imaginación de las sucesivas generaciones de lectores más o menos celtíberos es su soberbia aparición en los libros de Historia, digna de Don Juan en la Hostería del Laurel. Cuenta Diodoro de Sicilia que un hombre rico llamado Astipas concedió la mano de su hija a un tal Viriato y organizó el ya entonces forzoso banquete nupcial.



Pero el novio no apreció la vajilla de oro que en su honor se exponía, sino que, apoyado en su lanza, soltó un discurso sobre lo poco que valían las riquezas cuando otros -es decir, los romanos- decidían su destino, se negó a lavarse las manos, repartió a su escolta algo de comer, reclamó a la novia, la subió a la grupa de su caballo y partió sin despedirse hacia su guarida en las montañas. Reconózcase la plasticidad de la estampa. Pero su majeza incluía no poca crueldad. Años más tarde, cuando Astipas era voluntario rehén de los romanos, lo reclamó y le cortó el cuello. Es el protomártir de los suegros hispanos.



Viriato pudo nacer en la Sierra de la Estrella, al norte de la Lusitania, que se extendía por la mitad de lo que ahora es Portugal y las tierras limítrofes entre Zamora y Badajoz. Estrabón tenía a los lusitanos por la nación más poderosa entre las ibéricas, pero indudablemente no era la más próspera. El bandidismo endémico muestra una clara dependencia del pillaje como modo de mantenimiento, así como escasez de tierras fértiles para una población que no se bastaba con el pastoreo y recurría a la guerra para alimentarse. Los tributos que probablemente cobraban desde antiguo entre la población de los valles del Guadiana y Guadalquivir les llevaron al enfrentamiento con los romanos cuando éstos empezaron a repartir tierras de la Bética entre sus colonos, sobre todo tras la Segunda Guerra contra Cartago.



Dos caudillos destacaron contra las legiones de Roma: Púnico, que murió en combate, y Césaro, que dominó toda la costa bética, y proyectó lo que luego sería el salto lusitano más audaz aunque sin consecuenccias: el paso del Estrecho. Pero la época heroica y decisiva de la entrecortada historia lusitana llegó cuando el pretor Galba, cuya codicia y crueldad lo precedían, consiguió reunir a los lusitanos alzados, dividirlos en tres grupos para hacerles entrega de tierras, desarmarlos y luego degollar a muchos de ellos y vender al resto como esclavos. Entre los que escaparon de la degollina estaba Viriato, que tras hacerse elegir jefe inició una brillante carrera militar de ocho años. No eran pocos cuando el promedio de edad apenas llegaba entonces a los 30 años.



Cultivó Viriato tres cualidades básicas del guerrillero: el aprovechamiento sistemático del terreno para las emboscadas, la audacia para cambiar el escenario de los combates, gracias a la movilidad de sus tropas, y la capacidad de actuar muy lejos de sus bases de aprovisionamiento, lo cual suponía también mucha mano izquierda para lograr alianzas sobre la marcha y pactos de manutención sobre el terreno. La primera victoria de Viriato fue junto a la ciudad de Tríbola, al sureste del Guadalquivir, donde fingió una retirada que terminó en copo y destrucción de las tropas de Vetilio. Era el año 147 antes de Cristo. Batió entonces la Carpetania, combatiendo incansablemente hacia el Norte y el Este hasta tomar Segóbriga, ciudad clave de lo que hoy es aproximadamente Cuenca. Se retiró entonces al Monte de Venus, cabe la inaccesible fragosidad de Gredos, y desde allí se convirtió en el terror de la Hispania Citerior tras haber dominado la ulterior. Plancio, Unimanio y Nigidio sucedieron a Vetilio en la lista de víctimas viriatenses.



Comienza entonces una lenta e implacable reconquista romana de los territorios perdidos. La liquidación de la guerra de Cartago permitió al Senado allegar más hombres y recursos para luchar contra los insoportables lusitanos, que exhibían además una gran capacidad diplomática con diversas tribus ibéricas como los vettones y otros feroces vecinos. El mérito suele atribuírsele a Viriato, aunque el enemigo común había levado a las tribus peninsulares a una especie de confederación político-militar nada desdeñable.



Lo que no podía el guerrero del Monte de Venus era hacer milagros. En el año 144 a.d.C. los romanos recuperaron el control del valle del Guadalquivir. Algunos historiadores creen que Quinto Fabio Máximo derrotó a Viriato en Bailén, si era ése el lugar de Baecula. Otros lo sitúan en los Arapiles, así que no salimos de la imprecisión evocadora de tantos combates peninsulares trascendentes, siempre en los mismos sitios.



Tras la derrota ante Fabio Máximo, el caudillo lusitano se refugió en Sierra Morena, faltaría más, y desde allí hizo frente a la gran expedición de Serviliano y unos 20.000 soldados. Viriato consiguió batir a las legiones en una sorda guerra de desgaste y mantener hasta el año 142 sus posiciones en torno a lo que hoy es Martos (Jaén), entonces llamado Tucci. Pero Serviliano y Fabio Máximo fueron privándole de sus bases de apoyo y en el 140 tuvo que retirarse a Lusitania. Consiguió rehacerse, que es el sino de todos los grandes generales antes de la derrota definitiva, y vengarse de Serviliano en el campo de batalla. Pero tras la victoria se avino a firmar la paz y ésa fue su ruina.



En una de las diversas treguas que acordaban sin convicción ambas partes desde el año 140 a.d.C., Viriato mató a su suegro, miembro de la clase dirigente lusitana que tal vez había decidido ya el pacto con los romanos. Y finalmente, en el 139 a.d.C., pudo recibir la oferta de ser rey de una Lusitania independiente y aliada de Roma. O tal vez la propuesta fue suya y los romanos fingieron aceptarla; sobre eso no hay acuerdo.



El hecho es que tres de sus enviados, Ditalcón, Audax y Minuro, volvieron del campamento romano con más oro del que llevaban y se lo ganaron apuñalando a Viriato. Cuenta la leyenda que, muerto el héroe, los asesinos volvieron a por lo suyo y los romanos, avarientos, le respondieron: «Roma no paga traidores». La frase es notable pero apócrifa. Los lusitanos no se metían en magnicidios gratis.



Muerto Viriato, sus guerreros le rindieron homenaje cantando himnos, degollando animales y combatiendo por parejas sobre su tumba, fórmula del entierro de primera en aquellos siglos tremendos. Una vez quemado su cadáver en la pira ritual, aventadas sus cenizas y apagado el gran fuego nocturno, los lusitanos no encontraron -tal vez por no quererlo buscar- sucesor para Viriato y fueron entrando en la órbita romana.



Abrían así el camino para la inmediata dominación de los celtíberos de la meseta septentrional, clave estratégica de la península y cuyo último foco de resistencia fue Numancia, que se rindió, en términos menos heroicos de los que cuenta la leyenda, apenas cinco años después de la muerte de Viriato. Por eso puede decirse que con él se extinguió la antigua Iberia y que Hispania, aunque algo chamuscada, entró definitivamente en la Historia. A golpes, sin duda. Pero entró, entró.



Fuente: Segunda republica.com

domingo, 31 de enero de 2010

miércoles, 20 de enero de 2010

BOUDICA, LA REINA GUERRERA DE BRITANIA.

Boudica, fue la reina guerrera de Britania, que acaudilló entre el 60 d.C. y el 61 d.C. el mayor levantamiento contra la ocupación romana durante el reinado del emperador Nerón, liderando a las tribus de los Icenos, que habitaban en la zona de Norfolk, al este de Inglaterra, además de otras tribus Bretonas y Trinovantes, reuniendo bajo su mando a un ejército de entre cien mil y doscientos treinta mil soldados contra la ocupación romana.


La gran heroína de los británicos nació entorno al año 30 d.C. en algún lugar de la tierra de los Icenos, tribu de origen celta que se distribuía por la región de Anglia del Este (actuales Norfolk y Suffolk). Los Icenos eran aguerridos guerreros cuyas armaduras estaban remachadas en oro, peleaban desnudos y precedían sus ataques con trompetas. Combatían pintados de azul con glasto, que aparte de aterrorizar a los enemigos, las cualidades antisépticas del glasto, ayudaban a prevenir la infección de las heridas.



Boudica, también fue conocida por el nombre latinizado de Boadicea, Buduica y Bonduca, aunque Boadicea es un error de trascripción del manuscrito de Tácito al ser copiado en la Edad Media, originalmente su nombre era Boudica, cuyo significado es “Victoria”.



Tácito en los “Anales” y “La vida de Julio Agrícola” y Dión Casio en “Historia romana”, coinciden en afirmar que la reina Boudica probablemente nacida en el año 26 d.C. destacaba por su altura, su mirada feroz, su voz áspera, su cabello rojizo hasta la cintura, y por vestir con una túnica muy colorida, un grueso manto ajustado y un largo collar de oro.



Dión Casio nos cuenta además que “poseía una inteligencia más grande que la que generalmente tienen las mujeres” y que “Siempre que hablaba, sostenía una lanza con la mano para aterrorizar a cualquiera que la contemplase”.



Miembro de la predominante elite aristocrática de Icena, recibió una buena educación acorde a dicha posición social. En el año 48 d.C. se casó con el rey de esta tribu celta, Prasutagus, con quien tuvo sus dos únicas hijas.



Las tierras de los Icenos en su principio no fueron invadidas por los romanos debido a que Prasutagus se alió con Roma durante la conquista de Britania por el emperador Claudio en el año 43 d.C. Claudio ordenó esta invasión para conseguir un triunfo resonante ante Roma esperando obtener gloria militar que aumentase su reputación, así como obtener las famosas riquezas de la isla que llenarían de nuevo las arcas imperiales tras el despilfarro de su predecesor en el cargo, Calígula. Cabe decir que la primera invasión de Britania por los romanos fue ordenada por Julio césar en el año 55 a.C.La justificación del envío de las tropas fue la petición de ayuda efectuada por el rey Verica, aliado de Roma, en contra de Togodumnus y Caracatus, que se habían constituido en una amenaza y una opresión para el rey Verica. Para la invasión fueron enviadas las legiones IX Hispana, II Augusta, XIV Germana y la XX Valeria Victroix bajo el mando de Aulus Plautius, las cuales consiguieron la victoria haciendo que se rindieran 11 reyes locales en el año 43 d.C.



Prasutagus hizo coheredero de su reino al emperador romano, junto con sus dos hijas, de esta manera pensaba preservar su linaje, para la ley romana la herencia sólo era a través de la línea paterna.Era normal que Roma gobernase algún territorio difícil y aislado de sus fronteras por medio de reyes dependientes de Roma; estos reyes eran conocidos como reyes clientes.

Esta forma de actuar con el testamento de un rey cliente era muy habitual durante el Imperio Romano. Se dejaba ser independiente durante su vida al rey cliente y éste dejaba en testamente sus territorios a Roma. Ejemplos de esta práctica fueron la anexión de las provincias de Galacia y Bitinia.



A la muerte de Prasutagus su linaje fue ignorado, Nerón recibió su parte de la herencia, pero los romanos ignoraron a las hijas del rey Prasutagus, apropiándose de todos sus bienes, anexionándose sus tierras y tratando como esclavos a los nobles de la tribu.

Roma creía que la deuda que Prasutagus había adquirido con el Imperio Romano, debido a que había vivido lujosamente y había hecho que el reinado Iceno prosperara enormemente, pidiendo prestado dinero a los romanos, dejaba a sus súbditos ligados a esa deuda, y por consiguiente consideraron que las tierras de los Icenos tenían que pasar a ser propiedad romana como pago de dicha deuda. Boudica, la entonces reina, no pudo reunir el dinero y se negó a hacer efectivo el pago.

Su negativa provocó que el procurador Cato Deciano, encargado de velar por los asuntos financieros del emperador, enviara varias unidades legionarias para que arrasaran la región. Dión Casio narra que los romanos, incluido Séneca el Joven, tomaron esclavos como pago de la deuda y Tácito en los Anales nos explica que:

Fue como si Roma hubiese recibido todo el país como regalo. Todos los jefes fueron desposeídos de sus propiedades ancestrales, y los familiares del rey fueron esclavizados (…) mientras los centuriones saqueaban el reino, sus esclavos rapiñaban la residencia regia como si fuera un botín de guerra”




Boudica protestó amargamente, y después de todos sus esfuerzos fue sacada del palacio, desnudada en público y azotada por haber incumplido el pago de la deuda. A continuación, ignorando toda decencia, ley y sentido común, los oficiales y soldados romanos violaron a sus hijas, las herederas del reino. Con este acto seguramente imposibilitaban que las muchachas pudieran casarse y así agotaban la línea hereditaria.



En el año 60 d.C. o 61 d.C. mientras los romanos bajo el mando de su gobernador Cayo Suetonio Paulino estaban ocupados en una campaña contra la isla de Mona (Anglesey), refugio de Britanos rebeldes y gran centro druídico, los desairados Icenos junto a los Trinovantes y otras tribus, convocadas por la reina Boudica, conspiraron para levantarse unidas contra los romanos, eligiendo a la misma Boudica como líder de las tribus.



Boudica usando métodos de adivinación realizó una ceremonia en la que extrajo de los pliegues de su vestimenta una libre (animal sagrado para los britanos) liberándola. Interpretando la dirección en que corría la liebre invocó a Andraste, la diosa celta de la victoria, enardeciendo así aún más el ánimo de los insurrectos.



Dión Casio, en “Historia”, pone en boca de Boudica un largo discurso que, aunque inventado, si sirve para hacernos una aproximación de los sentimientos de los britanos hacia Roma.

¿Habrá algún trato suficientemente vergonzoso o doloroso que no hayamos sufrido desde que los romanos llegaron a Britania? ¿No es cierto que se han apoderado de casi todo lo que teníamos, y luego nos han obligado a pagar impuestos por lo poco que nos quedaba? ¿Acaso no pagamos impuestos hasta por nuestros propios cuerpos, y además debemos poner estos mismos cuerpos al servicio de los romanos para arar y cuidar de sus campos? Hubiera sido mejor si nos hubieran hecho esclavos de una vez, pues al menos hubieran acabado con nuestra obligación de pagar rescate por nosotros mismos cada año. O mejor aún, podrían habernos matado de una vez y haber terminado con todo.”



Con su liderazgo sobre varias tribus britanas, entre cien mil y doscientos treinta mil guerreros se unieron y avanzaron hacia la Castra de Camulodunum (la actual Colchester), fortaleza romana situada en la antigua capital de Trinovantia. Los habitantes locales, resentidos con los soldados romanos por erigir un templo a Claudio a sus expensas y hartos del maltrato continuo a que eran expuestos por los legionarios veteranos establecidos en la ciudad, no hicieron nada para defenderlos y sabotearon las obras de fortificación y defensa que levantaban los romanos ante la llegada del ejército rebelde. Los soldados veteranos, pidieron refuerzos al procurador Cato Deciano, que sólo envió 200 auxiliares militares. El ejército de Boudica, cayó sobre la ciudad y la destruyó, los últimos defensores romanos fueron sitiados en el templo durante dos días hasta que finalmente fueron exterminados.



La legión IX Hispana, al mando de Petilio Cerial, fue enviada contra el ejército de Boudica en Camulodunum, pero cayó en una emboscada de los rebeldes Icenos, quienes los desbarataron por completo, matando a dos mil quinientos legionarios.



Entonces Boudica se dirigió entonces hacia Londinium. Suetonio Paulino logró llegar a la ciudad, y una vez allí descubrió que el culpable de todo, el procurador Deciano, se había formado su propia opinión sobre las posibilidades del ejército romano y ya había tomado un barco con rumbo a la Galia. Londinium no estaba fortificada y no estaba preparada para la defensa militar. Este fue el motivo por el que el gobernador Suetonio, ante la imposibilidad de defender la ciudad y desoyendo las reclamaciones de sus habitantes pidiendo la presencia de las tropas romanas, se retiró, dejando que Boudica incendiara y matara en masa a gran parte de la población rezagada y dejada a su suerte por los soldados romanos. Los que se atrevieron a combatir fueron despedazados y sufrieron las muertes más atroces. Boudica y su ejército no dejaron ni a los animales de trabajo a salvo, que una vez usados para conducir a los vencidos a los lugares de sacrificio, eran también degollados.

“Boudica no estaba interesada en hacer prisioneros o solicitar un rescate por ellos o ningún otro comercio de guerra. El enemigo fue atacado con matanzas, patíbulos, fuego y crucifixiones, como hombres que se cobraban la venganza que podían antes de que cayese sobre ellos el justo castigo” Tácito, "Anales".

Dión Casio es aún más gráfico en su relato:

“Aquellos que fueron llevados prisioneros por los britanos se vieron sometidos a todas las formas conocidas de atrocidad. La peor y más bestial atrocidad cometida por sus captores fue la siguiente. Colgaron desnudas a las mujeres más nobles y distinguidas, les cortaron los pechos y se los cosieron a las bocas para que parecieses que las víctimas se las comían; después empalaron a las mujeres sobre unos pinchos puntiagudos que los atravesaron todo el cuerpo. Todo esto lo hicieron acompañándolo con sacrificios, banquetes y comportamientos inmorales, no sólo en todos sus lugares sagrados, sino en particular en la arboleda de Andraste. Éste era su nombre para Victoria, y la contemplaban con la reverencia más excepcional. Dión Casio, "Historia".



Suetonio Paulino tampoco llegó a tiempo para defender Verulanium (la actual Saint Albans), ciudad que también fue arrasada por el ejército rebelde, matando sin compasión a sus habitantes, odiados por sus congéneres por su colaboracionismo para con el Imperio Romano. Por fortuna, muchos de ellos pudieron huir refugiándose cerca de los campamentos romanos.



Tras estas derrotas, Roma contaba con unos setenta mil romanos y simpatizantes a manos del ejército de los Icenos.



Tras las victorias conseguidas, Boudica y su ejército decidieron permanecer en Verulanium. Suetonio Paulino llamó entonces a todas las legiones disponibles, la XI Augusta, la XIV Germana y la XX Valeria Victroix, además de una serie de auxiliares adiestrados rápidamente. Sin embargo no se sabe bien el motivo la XI Augusta, que era la más veterana en combate no llegó a tiempo, pues su comandante Poenio Póstumo no respondió a la llamada de su superior.



Con todas las legiones posibles bajo su mando, Suetonio, presentó batalla. El ejército romano estaba en inferioridad numérica, el campo de batalla escogido por el gobernador romano era un terreno con un desfiladero con paredes en terrazas protegiendo sus flancos y una suave pendiente descendente delante de ellos, mientras que a sus espaldas tenían un espeso bosque. Esto implicaba que el ejército romano no podía ser flanqueado por los britanos, pero también implicaba que los romanos en caso de perder, no podrían huir. Era el momento de vencer o morir.


Cada uno de los líderes arengó a sus soldados. Boudica por su lado, entre otras cosas, le gritó a su ejército que entonces era formado por doscientos mil efectivos:



“...ganaremos esta batalla o moriremos! Eso es lo que yo, que soy mujer, me propongo hacer. Que los hombres vivan esclavos si lo desean...”



Suetonio, a su vez exclamó:


“...no temáis su espíritu rebelde. Su audacia nace de su temeridad, pero sin las armas ni la disciplina...Somos romanos y hemos conquistado el mundo gracias a nuestro valor...”



Cuando la infantería britana se dispuso a avanzar, Suetonio mandó formar a la parte media de la infantería ligera haciéndola avanzar a paso rápido, formando así una cuña respaldada por la infantería pesada y los auxiliares. De la poderosa cuña brotaban las puntas de las lanzas que atravesaban el cuerpo de los desprotegidos Icenos, que eran rematados después por las espadas romanas.



Los Icenos que esperaban un combate cuerpo a cuerpo, intentaron reorganizarse, pero mucho más indisciplinados y desordenados que los romanos para cuando consiguieron organizarse en un grupo para atacar, fueron sorprendidos por la caballería romana que los masacraba sin piedad.La cuña romana llegó hasta los carros de los bárbaros, donde masacraron a las mujeres y niños, haciendo que los Icenos se desmoralizaran y perdieran toda perspectiva de la batalla.



Los romanos obtuvieron la victoria, y persiguieron a los Britanos que huían. En el campo de batalla quedaron los cuerpos de ochenta mil Icenos y apenas cuatrocientos romanos. Boudica, tras esta derrota, para evitar ser atrapada por los romanos, se suicidó con veneno. No se conoce la suerte que corrieron sus hijas, pero probablemente murieron junto a ella.



Según se cuenta, los rituales funerarios de Boudica fueron fastuosos y dignos de la gran guerrera que fue. Hoy en día se sigue desconociendo el paradero de su tumba, cosa que fomenta aún más su leyenda.

“[Ella] se vengó de los soldados romanos matando a una legión entera, pero tras una masacradora batalla, donde Boudica tenía una cantidad de luchadores (y también mujeres y niños) 4 veces mayor que las del general Romano Suetonio, no pudo contra su ingeniosa táctica estratégica, y la batalla fue una auténtica carnicería de britanos.[...] y Boadicea se mató para evitar la captura y la desgracia.” (Tácito, citado en The Woman’s Encylcopedia of Myths and Secrets, de Barbara G. Walker.)


Durante la Edad Media, la leyenda de Boudica fue casi olvidada, pero llegado el siglo XIX, fue recuperada y ensalzada. Los historiadores británicos recordaron que Boudica significaba “Victoria” con lo que la reina de los Icenos compartía nombre con la reina Victoria, que gobernó un imperio más basto incluso que el de Roma.



Los británicos, olvidándose de los hábitos salvajes y las masacres y torturas ordenadas por la reina Icena, la convirtieron en heroína nacional y en 1905, fue erigida una estatua de Boudica, triunfante subida en su carro. Esta estatua se alza junto al Tamesis, frente al Parlamento británico, en Londres, la ciudad que convirtió en cenizas. La estatua fue erigida como símbolo del sentimiento de libertad del pueblo de Britania en un momento tan crucial para los moradores de la vieja Alvión (nombre con el que era conocida Britania).

FUENTE: IDVS, IMPERIO ROMANO.

domingo, 8 de noviembre de 2009

ENEMIGOS DE ROMA ( ZENOBIA )






Zenobia (245 d.C. – 247 d.C.), fue reina de Palmira entre los años 267 d.C. y 272 d.C. No se conoce con exactitud su fecha de nacimiento, este tuvo que suceder aproximadamente en el año 245 d.C. De esta reina guerrera si dijo que era más inteligente que Cleopatra y de igual belleza.
Un poeta del siglo XIX la describió como: “Mujer de cabellos oscuros, señora del desierto sirio”.
Aunque en materia religiosa fue bastante tolerante, parece ser que ella era adoradora del dios solar. Parece ser que era una reina culta que dominaba a la perfección el árabe, el arameo, el griego y el copto. Fomentó las artes, y fue una gran administradora y política. Manejaba el arco con tanta destreza como los famosos soldados de su ciudad.

Los historiadores describen el gusto de Zenobia por las joyas, especialmente por las que usaba Cleopatra, a la que tomó como modelo, de la que pretendía ser descendiente lejana, pretensión improbable pero no imposible, pues Cleopatra fue una reina helenística, y Palmira había formado parte de un reino helenístico posterior.
En las fiestas aparecía vestida con una túnica bordada de perlas y un casco de oro, bebiendo vino en las mismas copas incrustadas de piedras preciosas que rozaron los labios de su admirada reina egipcia.
Zenobia entra en la historia de la mano del príncipe Odenato de Palmira, rey cliente del Imperio Romano, que la convierte en su esposa.La ciudad de Palmira, estaba situaba a unos 210 kilómetros al noreste de Damasco. Esta ciudad oasis, estaba situada en medio del camino del Mediterráneo, al oeste y del río Eufrates, al este. Según Richar Stoneman en su libro “Palmyra and Its Empire”, “Palmira fue importante para Roma en dos campos: el económico y el militar”. Por su situación geográfica, era una parada obligada de las rutas de caravanas que conectaba Roma con Mesopotamia y el Oriente a través de la Ruta de la Seda. Económicamente la ciudad era de vital importancia. En cuanto a lo militar, servía de barrera entre las dos grandes potencias rivales de la época, Roma y Persia.
Palmira era una ciudad claramente comerciante, como demuestran sus dos divinidades, Arsu y Azizu, dioses montados sobre un camello y un caballo respectivamente, que protegían las caravanas que traían riquezas a la ciudad desde el este y el oeste.
Dada su importancia geográfica, emperadores como Adriano y Valeriano visitaron la ciudad, realizando generosos donativos a la misma. Valeriano recompensó a Odenato dándole el título de cónsul de Roma en el año 258 d.C. debido a sus campañas triunfales contra Persia y por ayudar a extender las fronteras del Imperio hasta Mesopotamia.
Tras la captura de Valeriano por el persa Sapor y gracias a las victorias de Odenato frente a las fuerzas persas, Galieno, hijo y sucesor de Valeriano, le concedió el título de “Dux Romanorum” (líder militar romano).
Odenato mantenía firme la frontera oriental del Imperio Romano frente a los sasánidas. En ese momento Palmira contaba con dos grandes armas en su ejército, sus arqueros y los catafractos, que eran unidades de caballería pesada en la que tanto el jinete como el caballo llevaban armadura.
Con el tiempo Odenato se nombró a si mismo, rey de reyes, probablemente para insultar al rey persa que solía adoptar este mismo título. Mientras, el emperador Galieno proclamaba a Odenato “Vir Consularis”, otorgándole el título de “Corrector Totius Orientis (supervisor de todo el este), convirtiéndose así en una especie de corregente del emperador Galieno, con un poder prácticamente independiente de Roma.
En el año 267 d.C. Odenato fue asesinado junto a su heredero, Septimio Herodes, supuestamente por Meonio, un sobrino vengativo. Con su muerte el reino de Palmira pasó a su esposa, que proclamó emperador a su hijo Vallabato (aunque según algunas fuentes, Vallabato fue precedido brevemente por otro hermano llamado Herodiano), actuando Zenobia como regente, pues su hijo aún era muy joven.Zenobia capturó rápidamente a Meonio y se cobró su vida como sacrificio en memoria de su esposo.
Algunos historiadores han planteado la posibilidad de que Meonio fuese un peón, o bien de una de las potencias rivales o bien de la misma Zenobia, dado que el heredero asesinado, Septimio Herodes, era fruto de otro matrimonio de Odenato, y hasta su muerte, era casi imposible que los hijos de Zenobia accediesen al trono.
Zenobia, se ganó el respeto y el apoyo de sus súbditos gracias a sus dotes como administradora y su amplia cultura. Uno de sus consejeros fue el filósofo y retórico Casio Longino, que era conocido por ser “una biblioteca viviente y un museo andante”. Stoneman señala en su libro que “Durante los cinco años posteriores a la muerte de Odenato, Zenobia logró que su pueblo la viera como la señora del Oriente”.
Zenobia fortificó y embelleció la ciudad de Palmira con una avenida custodiada por grandes columnas corintias de más de 15 metros de altura. Estatuas de héroes y de benefactores se encontraban por toda la ciudad, pidiendo a todos los nobles de la ciudad que mandaran esculpir sus estatuas y con ellas levantaran una columna en la que exhibirlas. Todos los notables de la ciudad, posaron ante los artistas para satisfacción de los ediles. En Palmira podían encontrarse cerca de doscientas estatuas en sus columnas y en las paredes del ágora.
También mandó erigir en el año 271 d.C. un par de estatuas de ella y de su difunto esposo. La ciudad que contaba con una población que superaba los 150.000 habitantes, estaba llena de hermosos templos, monumentos, jardines y edificios públicos, entre ellos destacaba el Templo del Sol. Las murallas que rodeaban la ciudad, según se decía, tenían 21 kilómetros de circunferencia.
Tras la muerte de Galieno en el año 268 d.C. y viendo que su sucesor, Claudio el Gótico, tenía que dedicar todos sus esfuerzos a contrarrestar una invasión goda, Zenobia subleva al reino de Palmira e intenta crear su propio imperio, con la intención de dominar a los dos imperios que le flanqueaban, el Imperio Sansánida y el Imperio Romano.
Roma, envuelta en un nuevo periodo de caos debido a las distintas sucesiones, dejaba a la reina de Palmira, que estaba bien asentada en su reino, intentar aspirar a crear un tercer imperio que dominara a ambos.
Gracias a sus campañas militares, Zenobia creó un imperio que abarcaba todo la Asia Menor. En el 269 d.C. llegó incluso a dominar Egipto, aprovechando que en Egipto se había levantado un pretendiente que disputaba el trono romano. Zenobia junto con su ejército marchó hacia Egipto y derrotó al rebelde, apoderándose del país. Se proclamó reina de Egipto y acuñó monedas con su nombre. En ese momento su reino se extendía desde el Nilo hasta el Éufrates.
El emperador Aureliano, subido al trono en el año 270 d.C. Tras estabilizar la frontera del Danubio, decidió finalmente emprender una campaña militar contra Zenobia. Mandó algunas de sus fuerzas hacia Egipto y el grueso de su ejército hacia el este a través de Asia Menor. Zenobia contaba con un gran ejército, formado por sus arqueros y catafractos comandado por dos generales, Zabdas y Zabbai. Pero Aureliano conquistó Egipto y lanzó sus fuerzas hacia Siria.
Zenobia fue derrotada en Emesa (actual Homs), y se retiró a Palmira. Aureliano sitió la ciudad. Palmira había hecho acopio de víveres y confiaba en la fuerza de sus excelentes arqueros, esperaba resistir durante meses, pero gracias a los jefes árabes del desierto, que Zenobia había desdeñado, Aureliano venció la resistencia de la ciudad.
MONEDAS ACUÑADAS POR ZENOBIA
Zenobia confiada en conseguir ayuda, se fugó junto a su hijo hacia Persia, para pedir la ayuda de Chapur, "Rey de reyes" de los persas, pero los romanos la capturaron en el río Éufrates, en el momento de embarcarse. Al llegar la noticia a Palmira la ciudad abrió sus puertas a los romanos, rindiéndose en el año 272 d.C.
La ciudad de Palmira, recibió el perdón, pero unos meses después, ante el asesinato de la guarnición romana que el emperador había dejado en la ciudad por parte de sus habitantes, la ciudad fue saqueada y se derribaron sus murallas. Aunque Aureliano acabó para siempre con Palmira como potencia no destruyó la ciudad por completo, dejando que pudiera continuar con su existencia como modesto centro comercial. Actualmente, de la ciudad que un día rivalizó con las más imponentes del Imperio Romano, solo quedan ruinas de su glorioso pasado.
No se sabe que ocurrió con Vallabato, el joven rey en cuyo nombre gobernaba Zenobia. Es posible que muriera en el momento que se rindió Palmira o quizá, como aseguran otras fuentes, murió cuando el barco que le transportaba hacia Roma naufragó ante las costas de Iliria.
Aunque su destino no se conoce con certeza, las fuentes más fiables dicen que Zenobia fue exhibida en Roma, durante el desfile triunfal del año 274 d.C. desfilando con su diadema imperial y sus joyas, arrastrando unas pesadas cadenas de oro y diamantes que dos esclavos le ayudaban a sostener.
Se dice que Aureliano la perdonó y le dio una villa campestre cerca de la famosa villa de Adriano, donde estuvo el resto de su vida. Otros historiadores creen que se casó con un senador romano y tuvieron descendencia.
El perdón de Aureliano se debe más a motivos políticos que a su caballerosidad. Aureliano, había observado que el sentimiento a favor de Zenobia recientemente había provocado otra revuelta en Palmira y en Egipto también seguían existiendo simpatías por la reina de Palmira; así que era más fácil acabar con estas simpatías convirtiendo a su reina en una matrona romana viva, casada e instalada cómodamente en su casa cerca de Tívoli que mantenerla en la memoria como una reina guerrera martirizada en su lucha por la libertad.
Otras fuentes comentan que al regresar Aureliano a Roma, construyó un templo dedicado al dios sol, colocando en él las estatuas del dios sol que se había llevado del Templo de Palmira. La revista History Today comenta lo siguiente sobre este tema: “La acción de Aureliano que mayor repercusión tuvo tal vez fue la instauración, en el año 274 d. de C., de la fiesta anual del sol, que caía en el solsticio de invierno, el 25 de diciembre. Cuando el imperio se hizo cristiano, el nacimiento de Cristo se transfirió a esa fecha para que las personas a las que les gustaban las fiestas antiguas encontraran más aceptable la nueva religión. Es curioso pensar que en última instancia es a la emperatriz Zenobia a quien se debe el que la gente celebre la Navidad”.
PALMIRA
El siguiente párrafo es un extracto del texto de Historia Augusta que narra la biografía de Zenobia por Trebelio Polión, figura englobada en el capítulo «Los treinta usurpadores». Historia Augusta es una recopilación de biografías de emperadores, césares y usurpadores desde Adriano a Diocleciano. Como fuente histórica no es muy fiable pues fue redacta por distintos autores y distintas épocas. Ha sido datada entre finales del siglo IV y comienzos del V, si bien otros autores la sitúan en época constantiniana:

"Ya no quedaba ningún pudor; en las penosas circunstancias por las que pasaba el Estado, se llegó a tal punto que, mientras Galieno se comportaba de un modo incalificable, las mujeres, incluso, gobernaron de manera brillante, y aún las extranjeras. En efecto, una extranjera, de nombre Zenobia, de la que ya se han dicho muchas cosas, quien se jactaba de proceder del linaje de las Cleopatras y los Ptolomeos, después de la muerte de su marido Odenato, cubrió sus hombros con el manto imperial, adornándose con las vestiduras de Dido y admitiendo incluso la diadema. Ocupo el imperio en nombre de sus hijos, Hereniano y Timolao, más tiempo del que una persona del sexo femenino podía soportar. Pues esta orgullosa mujer desempeñó las funciones de un rey, durante el mandato de Galieno y mientras Claudio se encontraba ocupado en la guerra con los godos, y sólo cuando con gran dificultad fue vencida por Aureliano y llevada en su triunfo, se sometió a la ley de Roma.
Se conserva una carta de Aureliano que testimonia el cautiverio de esta mujer. En efecto, como algunos le recriminaron que él, el más valeroso de los hombres, llevase en su triunfo a una mujer, como si se tratase de un general cualquiera, él, enviando una carta al senado y al pueblo romano, se defendió en tales términos: «Oigo, padres conscriptos, que se me acusa de no actuar virilmente por llevar a Zenobia en el paseo triunfal. Aquéllos que por esto me reprenden no podrían alabarme bastante si supieran qué mujer es ésta, si conocieran su sabiduría en las decisiones, su firmeza en las disposiciones y su severidad frente a los soldados; cuán generosa es cuando la necesidad lo requiere, y cuán rígida cuando la disciplina lo exige. Puedo decir que fue por su intervención por lo que Odenato venció a los persas y, tras poner en fuga a Sapor, llegó a Ctesifonte. Puedo asegurar que infundió tan gran temor entre los pueblos de Oriente y de Egipto que ni los árabes, ni los sarracenos, ni los armenios se revelaron contra su autoridad. Y no hubiera respetado su vida si no se supiera que ella fue muy útil al Estado romano, al retener para sí o para sus hijos el poder imperial en Oriente. Así, pues, que éstos, a los que nada complace, guarden para sí el veneno de sus propias lenguas. Pues si no es conveniente vencer y llevar en el triunfo a una mujer, ¿qué opinan de Galieno, para cuyo menosprecio ésta gobernó sabiamente el imperio?, ¿qué del divino Claudio, venerable y respetado general, que, según se dice, toleró que ella ejerciese el poder porque se encontraba ocupado en su expedición contra los godos? Y Claudio hizo esto calculada y sabiamente, para que, mientras ella guardaba la frontera oriental del imperio, él pudiera llevar a cabo con mayor seguridad lo que había determinado realizar».
Este discurso muestra el juicio de Aureliano sobre Zenobia. De ella se dice que era tal su castidad que si no hubiera tenido el propósito de concebir, ni siquiera hubiera conocido a su marido. Pues, si en alguna ocasión se acostaba con él, mantenía su continencia hasta que llegaba la menstruación, por ver si estaba embarazada, y sólo en caso contrario le daba de nuevo la oportunidad de tener hijos. Vivió con pompa real. Prefería ser venerada según los modos persas y dio banquetes a la manera en que lo hacen los reyes de esta nación. Según la costumbre de los emperadores romanos, marchaba a las asambleas públicas cubierta con un casco y ceñida con una faja de color púrpura, de cuya orla colgaban piedras preciosas, y que tenía en medio un brillante de forma de caracol, prendido como si fuera un broche de mujer y, frecuentemente, con uno de sus brazos desnudo. Era de rostro oscuro, de color moreno, con unos ojos negros que irradiaban un vigor extraordinario, de espíritu divino, de una belleza increíble. Sus dientes eran tan blancos que muchos pensaban que tenía perlas en lugar de dientes. La voz, clara y semejante a la de un hombre. La dureza de los tiranos, cuando la necesidad lo exigía; la clemencia de los buenos príncipes, cuando la indulgencia lo reclamaba. Prudentemente generosa se encargaba de la custodia del erario mejor de lo que es habitual en el género femenino. Se servía de un carruaje, rara vez de un coche de mujer, y con frecuencia montaba a caballo. Se dice que a menudo caminaba con los soldados tres o cuatro millas. Cazaba con la pasión de los hispanos. Bebía frecuentemente con los generales, aunque normalmente era muy sobria; también bebía con persas y armenios con el fin de mostrarse superior a ellos. Utilizó vasos de oro con piedras preciosas en los banquetes, sirviéndose de aquéllos que habían pertenecido a Cleopatra. En el servicio tenía eunucos de edad avanzada, rara vez doncellas. Ordenó a sus hijos que hablaran en latín, de manera que se expresaban en griego con dificultad y en pocas ocasiones. Ella misma no era totalmente desconocedora del latín, pero lo hablaba cohibida por la vergüenza; por contra, se expresaba en egipcio de manera perfecta. Conocía de tal modo a historia de Alejandro y de Oriente, que, según se dice, ella misma escribió un epítome. No obstante, leía en griego la historia latina.
Cuando Aureliano la hizo prisionera, tras ser conducida a su presencia, la inculpó en estos términos: «¿Por qué, Zenobia, te has atrevido a desafiar a los emperadores romanos?». Dicen que entonces ella contestó: «A ti, que has vencido, te reconozco como emperador, a Galieno, a Aureolo y a los demás príncipes no los consideré tales. Confiando en que Victoria fuera semejante a mí, deseé, si la magnitud del territorio lo hubiese permitido, compartir con ella el poder real». Así, fue conducida en un paseo triunfal tan pomposo como ningún otro de los presenciados por el pueblo romano. Engalanada, en primer lugar, con unas gemas tan enormes que se fatigaba por el peso de sus adornos. Pues, según se dice, esta mujer tan valerosa se detenía a menudo diciendo que no podía soportar el peso de sus joyas. Además, sus pies estaban atados con cadenas de oro; sus manos, con unas esposas del mismo metal, y en su cuello no faltaba un grillete, también de oro, que sostenía delante de ella un bufón persa. Le fue perdonada la vida por Aurelio y dicen que desde entonces vivió con sus hijos, como lo hace una matrona romana, en una hacienda de Tívoli que le fue concedida; ésta, todavía hoy, lleva el nombre de Zenobia y esta situada no lejos del palacio de Adriano y de ese lugar al que se le da el nombre de Concha."

lunes, 2 de noviembre de 2009

ENEMIGOS DE ROMA (Ambiorix, el primer gran héroe belga)


Ambiorix, jefe de la tribu de los Eburones, situada al norte de la Galia, combatió contra Julio César y sus legiones romanas.

En la obra De Bello Gallico, César hace referencia a Ambiorix y su historia. También hace referencia al valor de las tribus galas, comentando: “De todos los galos, los belgas son los más fuertes”.

En el año 57 a.C. Julio César decidió invadir los territorios situados entre los ríos Mosa y Escalda. Derrotó a los Nervios en Flandes y siguió hacia el este, donde obligó a los Atuatuci a rendirse. Según Julio César 60.000 Nervios resultaron muertos y 53.000 Atuatuci fueron vendidos como esclavos, aunque seguramente la primera cifra sea exagerada.

Esta demostración de fuerza marcó el comienzo de la ocupación romana del valle del Mosa, que iba a durar cuatro siglos y medio más. En principio Roma se contentó con disolver los antiguos vínculos políticos entre las distintas tribus. Obligando a las tribus más fuertes a liberar a sus tribus cliente (dependientes de las primeras). Como única medida represiva Roma tomó rehenes para mantener a las tribus sometidas.

Entre las liberadas se encontraba los Eburones de Ambiorix, una tribu que seguramente en un principio estuvieron agradecidos por la nueva situación, pero esta cambio cuando en el invierno del 54 a.C. y 53 a.C. se construyeron campamentos romanos al norte de Francia y Bélgica, haciendo que la ocupación se tornara mucho más complicada y la presión sobre las tribus fuera mayor. Aunque los romanos no se dieron cuenta o simplemente no hicieron caso a la nueva situación creada.

Julio César se trasladó a Britania donde derrotó a Casivellaunus, líder de las tribus británicas. En su ausencia, las tribus belgas, descontentas por la presión ejercida por los romanos y por una mala cosecha, prepararon una rebelión.

Durante el invierno, cuando César marchó para visitar las provincias de la Galia Cisalpina, Ambiorix y sus hombres atacaron a un grupo de legionarios que buscaban alimento fuera de su campamento, algunos de estos soldados pudieron huir y refugiarse en su fortaleza.
Al ver que no podía atacar con sus hombres directamente a la fortaleza romana, Ambiorix envío un heraldo para negociar, argumentando que había participado en la guerra en contra de su voluntad y ofreciendo a cambio información sobre otras tribus que junto a varias tribus germanas que cruzarían el Rin planeaban atacar a los campamentos romanos.

Con esa información convenció a Sabino y Lucio Cotta, comandantes de las fuerzas romanas, que decidieron trasladarse y agrupar sus fuerzas en otro lugar. Cruzando un valle durante el traslado, Ambiorix atacó a la tropa romana compuesta por una legión y cinco cohortes, que fue aniquilada por completo.

Después de esta victoria algunas tribus vecinas se sublevaron, entre ellos los Nervios.
Quinto Tulio Cicerón (hermano del orador) comandaba las fuerzas romanas que estaban pasando el invierno en el territorio de los Nervios.
Ambiorix se sumó a los Nervios para atacar a Cicerón. Gracias a la experiencia que había adquirido sirviendo a los romanos y a la información obtenida de algunos prisioneros, Ambiorix rápidamente logró encerrar y sitiar a Cicerón en su campamento.

Hubo numerosas batallas y muchos hombres de las tribus sublevadas perecieron, los romanos sufrieron menos bajas, pero al no ser muy numerosos cada pérdida era un problema al que se tenía que añadir que no podían cuidar de sus heridos, no tenían alimentos y nadie venía en su ayuda a pesar de los varios mensajeros que fueron enviados. Los hombres de Ambiorix que vigilaban los caminos con mucho cuidado capturaban a todos los emisarios romanos sacrificándolos ante los ojos de sus compañeros.

Cicerón envío como mensajero a un Nervio amigo de los romanos a través de las líneas enemigas. Debido a su vestimenta y al ser nativo pudo mezclarse entre el enemigo, y escapar con el mensaje dirigido a César.

El ataque fue tomado como una provocación por el Senado romano, que además pensaba que otras provincias podían creer que la poderosa Roma podía ser derrotada.

César que aún no había regresado a Italia se enteró de lo que estaba sucediendo y ordenó dar media vuelta. Mientras tanto, Cicerón, que no estaba seguro de la confianza otorgada al emisario Nervio, mandó un nuevo mensajero, un jinete aliado, vestido como los Eburones y que conocía su dialecto. Con el fin de que si era atrapado no pudiera revelar nada se le entregó el mensaje en griego. El emisario consiguió atravesar las filas enemigas y llegar al campamento romano, al cual no le dejaron acercarse, con lo que clavó el mensaje en una jabalina y la lanzó contra una de las torres para que el mensaje pudiera llegar a César.

Para no alertar a las tribus sublevadas, César viajó de noche con el fin de caer sobre ellas por sorpresa. Ambiorix y sus hombres sospecharon de las muestras de alegría de los sitiados con lo que mandó exploradores que descubrieron lo cerca que estaban César y sus hombres.

César hizo creer a los exploradores de Ambiorix que temía un ataque debido a que contaba con pocos soldados, porque los demás habían perecido durante el viaje. El engaño resultó, y Julio César y sus hombres resultaron victoriosos ante el ataque de las tribus sublevadas.

La destrucción de la legión de Sabino y Cotta fue un duro golpe para el prestigio de Roma, y César, que creía imprescindible restaurarlo solicitó y recibió más refuerzos, ahora contaba con 10 legiones, casi 50.000 hombres que durante los siguientes años arrasaron todo el territorio. Algunos historiadores hablan incluso de genocidio, Roma devastó el territorio, las mujeres y los niños fueron tomados como botín de guerra. Las tribus aliadas de Ambiorix, fueron atacadas sin contemplaciones, dejándolo sin ayuda.

Una vez conseguido esto, César ordenó al comandante de caballería Lucio Minucia Basilo capturar a Ambiorix por sorpresa. Basilo, actuó con gran celeridad y se apoderó de varios nativos que le informaron de la situación exacta de Ambiorix.

Según se extrae de los comentarios realizados por Julio César en La guerra de las Galias: “La diosa fortuna juega en gran parte de todas las cosas, pero sobre todo en la guerra”.
Basilo fue muy afortunado y encontró a Ambiorix y a varios de sus hombres sin guardia y sin estar preparados. Pero en un gran golpe de suerte Ambiorix pudo escapar con vida y desaparecer. Se cree que seguramente cruzó el Rin.

César menciona la diosa Fortuna sólo para explicar por qué Ambiorix pudo escaparse.
El nombre de los Eburones desapareció de la historia. La tribu que destruyó una legión romana fue borrada de la faz de la tierra. Sólo su jefe Ambiorix, pudo escapar a la venganza de Roma.

Con la restauración del reino de Bélgica en 1830, Ambiorix es proclamado el primer héroe belga.
En 1866 es erigida una estatua realizada por Jules Bertin en su honor en el mercado de Tongeren.
El origen de Tongeren es Atautuca Tongorum, localidad citada por Julio César y tomada como la población histórica más antigua de Bélgica, es por ese motivo que se decidió erigir la estatua de Ambiorix en esta localidad.

martes, 29 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

LOS PUEBLOS GERMANOS Y LA CAIDA DEL IMPERIO.

Los pueblos germanos (o bárbaros) son un grupo de pueblos que conquistaron la mayor parte del oeste y del centro de Europa en el siglo V después de Cristo, contribuyendo al fin del Imperio romano de Occidente. Hacia el siglo II antes de Cristo los pueblos germanos ya habían ocupado el norte de Germania (fundamentalmente, la actual Alemania) y el sur de Escandinavia, desde donde procedían.

Los pueblos germánicos (o bárbaros) venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder.

Movimiento de los pueblos germanos

Se les conoce como bárbaros por derivación del término “bárbaro” que significa “extranjero” y además porque sus costumbres eran distintas a las

de los pueblos cristianos, fe que no conocían.
Casi todo lo que se sabe sobre los pueblos germanos procede de los relatos históricos escritos por dos autores romanos: “Comentarios” (51 a.C.) de Julio César, y “Germania” (98 d.C.) de Publio Cornelio Tácito.

El primer encuentro entre los pueblos germanos y sus vecinos romanos fue en el siglo II a.C., cuando los cimbrios y los teutones invadieron la Galia, siendo derrotados en la actual Provenza. Sin embargo, para entonces la mayor parte de Germania estaba ocupada por tribus germanas, como los suevos, queruscos y otras.

Cuando los romanos a su vez intentaron conquistar la zona oriental del río Rin, a principios del siglo I d.C., el jefe querusco Arminio (Hermann) les derrotó. Hacia mitad del siglo II d.C., la presión de los germanos sobre las fronteras romanas se intensificó.

El emperador Marco Aurelio Antonino libró con éxito una guerra contra tribus como los marcomanos, los cuados y los yázigas (o yádiz). Para entonces, los ejércitos romanos habían comenzado a usar mercenarios germanos.

Germanos, al acecho de Roma

El contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los romanos. Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más que una molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma era caótica; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente.

Durante el siglo III, más emigraciones causaron una crisis dentro del Imperio, cuando los godos, alamanes y francos penetraron en las fronteras germanas. El movimiento se detuvo algún tiempo, en el siglo III, durante los reinados de los emperadores Diocleciano y Constantino I, el Grande, pero se reanudó cuando los hunos, no germanos, que partieron de Asia central en el siglo IV, comenzaron a presionar a los pueblos germanos. En el siglo V, estos últimos ocuparon todo el Imperio romano de Occidente. Durante los siglos siguientes, las tribus germanas se convirtieron al cristianismo y sentaron las bases de la Europa medieval.

Los pueblos germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones destruyendo los campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África. Debido a estas incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la calidad de vida en ellas. Sin embargo, estas no pasaron de ser unas incursiones de rapiña, más que invasiones, ya que no pudieron asentarse en el territorio. Más importancia tuvo la infiltración pacífica.

Otros pueblos germanos que merecen ser mencionados son los anglosajones, que se establecieron en los siglos V y VI d.C. en Britania; los vándalos, que llegaron a dominar parte del norte de África hasta mediados del siglo VI d.C.; o los lombardos, que conquistaron el territorio septentrional de la península Itálica durante la segunda mitad del mismo siglo.

Las lenguas germánicas aún se hablan en Alemania, Austria, Suiza, Escandinavia, los Países Bajos, Bélgica, Sudáfrica, y en los países de habla inglesa.

Muchos germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio, en las ciudades como siervos y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia personal del emperador, que con el tiempo estuvo en sus manos. Esto romanizó muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad al jefe.

En el año 313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio es absoluta.

Alarico

Entre las causas que se han invocado para el comienzo de la invasión germánica (no suficientemente explicadas) están: el empeoramiento del clima en el norte, la explosión demográfica de los pueblos bárbaros, el nomadismo de estos, y la presión de los pueblos asiáticos, hunos sobre todo (que llegaron a invadir el Imperio). Entre las causas de su triunfo están: la superioridad militar, el establecimiento anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas romanas.

Las grandes invasiones comenzaron en el 401, con la irrupción de los vándalos. Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos, en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico saquean Roma.

Durante el siglo IV después de Cristo va a quedar autorizado el establecimiento de grupos germanos en los confines del Imperio en calidad de federados o aliados de Roma, defendiendo las fronteras del Imperio, frente a la presión de otras tribus. Entre estos pueblos destacan los visigodos establecidos en la zona oriental del Imperio, que inician a fines del siglo IV d.C. incursiones de pillaje por la península de los Balcanes, para iniciar su marcha hacia la península italiana donde se enfrentarán al general romano Estilicón. En el año 410 los visigodos guiados por su rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma, capital del Imperio.

Otros pueblos como los vándalos, junto a los suevos, cuados y alanos cruzan en este momento la frontera del Rhin, atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se establecen como federados. Posteriormente cruzan el estrecho de Gibraltar y fundan en África el reino vándalo. Entre estos pueblos bárbaros que invadieron el Imperio, figurarían también los ostrogodos, que estaban inicialmente asentados junto al mar Negro. Después de ser destruido su reino por la acción de los hunos, que procedían de Asia, los ostrogodos se dedicaran a saquear el área de los Balcanes, para pasar finalmente a la península italiana, donde se establecerán definitivamente.

En determinadas ocasiones la alianza de estos pueblos bárbaros con el ejército romano frenaría a pueblos excepcionalmente belicosos como los hunos de Atila, que fueron derrotados en el año 451 d.C. en las Galias, en la batalla de los Campos Cataláunicos.

Aunque la presión de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del Imperio, así como las sucesivas invasiones de estos pueblos son un factor histórico importante, tampoco podemos olvidar otras causas que influyeron en el final del Imperio romano de Occidente como la decadencia de la vida urbana, el aumento de la burocracia estatal, la crisis económica, la debilidad de los sucesivos emperadores, o la creciente presencia de elementos germanos en el ejército. Si bien podemos considerar que el Imperio romano de Occidente finaliza en el 476 d.C., en la zona oriental del Imperio el poder de Bizancio perdurará hasta el año 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos.

Atila invade Italia en el 452 d. C.

Sin embargo, subsistieron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue el vínculo de continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos. Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que estructuraban la sociedad germánica.
A pesar de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de desmoronamiento del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una generación.

Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios, que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.

En el aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta consideración a las mujeres; no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición y las costumbres. El padre ejercía un poder absoluto sobre la familia.

Las cuestiones conflictivas eran sometidas al fallo de los jefes en los casos de menor importancia, pero cuando se trataba de asuntos de mayor interés eran considerados por la asamblea de la tribu.

Los germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad personal. Creían en Odín o Wotan, padre de los dioses, de carácter guerrero, que vivía en el paraíso o Walhala, acompañado por dioses menores, como Freijo, esposa de Odín, señora del amor y de la muerte, y Donar, hijo de ambos, dios del trueno y la tempestad. El Walhala era un lugar de eternas delicias al que iban aquéllos que en vida habían tenido un buen comportamiento y los que morían en el curso de la guerra, conducidos por las valkirias, diosas también guerreras.

Odín o Wotan

DESARROLLO HISTORICO:

Cuando los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su presencia a los pueblos radicados en la zona adyacente, provocaron un desbande general de todos los pueblos situados entre los ríos Rhin y Danubio.

A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que consideraban al Estado romano como una admirable organización política, en la que pretendían obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se comprometían a defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del emperador.

Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos. Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de Europa oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanos al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron solamente la autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin quererlo, al derrumbe de la organización imperial.

Los invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y formaron diversos reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en el imperio fueron: los ostrogodos, los visigodos y los francos.

Como ya dijimos, este movimiento de pueblos fue en parte debido a la irrupción de los hunos en Europa oriental, pueblo nómada y muy poderoso que venia desplazándose desde Asia central y presionaba a los demás para subyugarse o huir. La primera gran migración se produjo en 376 cuando los visigodos solicitaron asilo en el Imperio Romano de Oriente. El emperador oriental se los concedió a condición que defendiera la frontera del Danubio.

Pero la paz no duró, estalló una hambruna y los romanos se negaron a ayudar a los visigodos, estos se rebelaron y comenzaron a saquear para obtener algo que comer. El emperador envió un ejercito para aplastar la sublevación, pero los visigodos derrotaron a los romanos en la batalla de Adrianópolis en 378, algo insólito para la época. El emperador Valente murió en la batalla y el trono del imperio unificado fue tomado por Teodosio.

Este negoció con los visigodos y los aceptó como federados al imperio, asentándose en los Balcanes. A la muerte de Teodosio en 395 el imperio se dividió entre sus hijos Arcadio en el este y Honorio en el oeste. Esta situación fue aprovechada por los visigodos que una vez más se sublevaron al mando de su rey Alarico, y conquistaron Grecia.

El emperador les dio el derecho a establecerse en Epiro con la esperanza de que la cercanía con Italia desviara la atención de los visigodos a occidente. Adicionalmente la ciudad de Constantinopla era considerada inexpugnable (los visigodos ya habían fallado en tomarla) por lo que los pueblos germánicos consideraron más factible dirigirse a occidente.

Alanos, el 406 en la península Ibérica

En 401 los visigodos se dirigieron a Italia y sitiaron Milán, la capital de occidente, entonces el gobierno se trasladó a Ravena, ciudad costera rodeada de pantanos más fácil de defender.
Estilicón el máximo general romano de occidente logró derrotar a los visigodos, también a los ostrogodos, pero para tener las tropas suficientes se debilitó la defensa de las galias. Esto le abrió la puerta a las incursiones de vándalos, suevos y alanos, que en 406 atravesaron el Rhin, saquearon las Galias, cruzaron los Pirineos y se establecieron en la península Ibérica.

Estilicón murió y esto alentó nuevamente a los visigodos a atacar y en 408 nuevamente entraron en Italia, en 410 luego de aislar a Roma, lograron entrar en la ciudad y saquearla, lo que provocó consternación en todo el mundo. Alarico se dirigió luego al sur de Italia en un intento por pasar a África, pero murió y lo sucedió Ataulfo quien invadió el sur de Galia y parte de la península Ibérica.

Los romanos finalmente pactaron con los pueblos germánicos, quedando estos en posesión de la península Ibérica y parte de las Galias a cambio de una tenue sumisión al emperador en carácter de federados. Hubo un periodo de paz a consecuencia de estos pactos pero a la muerte de Honorio se reanudaron las luchas este vez por la sucesión. En 439 los vándalos cruzaron al África y fundaron un reino independiente.

Vándalos saquean Roma en 455

Desde allí crearon una flota que asoló el mediterráneo, incursionando varias veces contra Italia.
Mientras todo esto pasaba los hunos fueron apoderándose del centro de Europa, mientras absorbían a muchos de los pueblos que allí vivían integrándolos como federados. Al principio las relaciones con Roma fueron buenas, los romanos pagaban un tributo a cambio de la paz y ayuda militar para combatir a los germanos. Pero el nuevo rey de los hunos, Atila, no estaba interesado en la paz y decidió invadir.

Con objeto de proteger su flanco para una posterior invasión de Italia, primero invadió la Galia, toma varias ciudades romanas, ante esto los romanos reforzaron Orleans, con la esperanza de detener allí el ataque, pero Atila tomó la ciudad. Ante esto, Aecio, máximo general romano, debió acudir a una alianza con los visigodos y otros pueblos germánicos para poder enfrentar a los hunos. La batalla definitiva tuvo lugar en la galia, en Campos Catalaunicos, en 451, los hunos fueron derrotados, pero solo por un tiempo.

En 452 nuevamente incursionaron, pero esta vez directamente en Italia, arrasando zonas del valle del Po, Aecio no contaba con suficientes fuerzas para enfrentar a los hunos a campo abierto, por lo tanto su acción fue la de demorar sus movimientos y hostigar a los hunos, que además fueron victimas de una epidemia.

Finalmente el papa los convenció de retirarse. En 453 Atila murió y la coalición formada por él se disolvió y se desataron luchas entre los pueblos que conformaban la misma. Los hunos desaparecieron como potencia y se asimilaron a otros pueblos. En 455 los vándalos volvieron a la carga y lograron saquear Roma y otras zonas de Italia. Lo que quedaba del Imperio romano de occidente siguió desangrándose en una serie de luchas sucesorias hasta que en 476 el último emperador, Rómulo Augústulo, fue depuesto por Odoacro al mando de los Herulos federados y se proclamó rey de Italia.

El Imperio romano de Oriente sobrevivió muchos años más pero en la parte occidental se formaron numerosos reinos germánicos con los Vándalos en el norte de África, Visigodos y Suevos en la península ibérica, los Francos en el norte de la Galia (luego conquistando el sur que estaba en manos de los visigodos). El reino burgundio abarcó las zonas del sureste de la Galia, y parte de las regiones alpinas, cayendo luego ante los francos.

Italia como mencionamos quedo en manos de Odoacro pero unos años después los ostrogodos se la arrebataron con la ayuda de los bizantinos. La actual Inglaterra fue abandonada por los romanos y luego fue ocupada por tribus germánicas provenientes del norte de Alemania y Dinamarca, los anglos, los sajones y los jutos. Muchos de estos reinos germánicos adoptaron el cristianismo y mucho de la cultura romana también.

EL NACIMIENTO DE LA CIVILIZACION EUROPEA:

Los germanos o bárbaros eran grupos de tribus que se dedicaban a la caza, el pastoreo y la agricultura, esta última basada en la propiedad comunal de la tierra.
Eran aficionados a la guerra y amantes de la libertad; sabían hilar la lana y hacer telas para vestir; también usaban el algodón, el cual compraban a otros pueblos. Comían carne, frutos silvestres, leche y cerveza. Su sólida organización familiar reconocía como autoridad principal al padre.

Abdicación de Rómulo Augústulo, ante Odoacro (476

El köening, era el rey o jefe guerrero, autoridad máxima, cargo no hereditario, sino elegido en la asamblea de guerreros, la cual ejercía funciones legislativas.

Practicaban una religión politeísta con divinidades que simbolizaban fuerzas de la naturaleza y con las que se sentían vinculados, como el sol o la luna, pero su dios más importante era Odín.
Sus prácticas religiosas no requerían de una clase sacerdotal, ni de templos; simplemente eran conducidas por el padre. Adjudicaban facultades adivinatorias a algunos hombres y mujeres que eran consultados cuando se consideraba necesario.

Fueron bautizados como bárbaros por los romanos, la palabra bárbaros quiere decir extranjeros: “el que no habla latín”.

CONSECUENCIAS DE LA FUSION DE LOS PUEBLOS BARBAROS Y ROMANOS:

Algunos pueblos bárbaros se convirtieron al cristianismo, incluso un obispo godo tradujo la Biblia al germano, para lo cual modificó el primitivo alfabeto de los bárbaros y creó uno nuevo, el gótico.

El antiguo Derecho Romano, unido a algunas leyes bárbaras, sirvió como punto de apoyo a la legislación de los nuevos estados que se fueron conformando.

Les permitieron establecerse en algunos territorios; otras veces los tomaban por la fuerza, y así, poco a poco, el territorio del Imperio Romano de Occidente se fragmentó en pequeños reinos independientes que conservaron parte de la administración romana y posteriormente, en el transcurso de casi quince siglos, dieron origen a territorios parecidos a los países europeos actuales.

VOCABLOS GERMANOS:

En el siglo V d. C. llegan los vándalos a la península Ibérica, un grupo germano que se establece en Andalucía (en efecto, Andalucía significa «tierra de los vándalos»). Los vándalos también invadieron Hungría, Alemania y Francia.


Otros grupos germanos que se establecieron en España fueron los alanes (Alans), suevos (Swabians, en Galicia) y los visigodos («los godos prudentes»), originalmente de Escandinavia. Los visigodos se establecieron en Cataluña (palabra que significa «tierra de los godos») en el año 412. Introdujeron leyes (leyes visigodas) y dieron al español unas trescientas palabras de sabor marcial como ganar (gain), ganso (goose), bandera (flag), bando, botín (booty), brida (bridle), burgo (town), dardo (dart), esgrimir (fence), espiar, espuela (spur), estribo (stirrup), guerra, guía, hacha, barón, varón (male), blanco, falda, gris, guante, rico, ropa, sopa, toalla y orgullo (pride).

Algunos nombres germanos son:

Adalberto (de noble estirpe)
Alberto (que brilla por su nobleza)
Álvaro (atento)
Armando (nombre guerrero)
Arturo (oso noble)
Bárbara (extranjera)
Bernardo (audaz como un oso)
Berta (distinguida)
Dagoberto (brillante como el día)
Dante (dios del trueno)
Edgardo (el que se defiende con la lanza)
Edith (dueña de casa)
Edmundo (protector de la riqueza)
Elvira (amable)
Enrique (dueño de fincas)
Ernesto (grave, honrado, serio)
Federico (reino de paz)
Fernando (bravo en la paz)
Francisco (libre)
Frida (paz)
Gerardo (fuerte como la lanza)
Germán (guerrero)
Gilbardo (audaz)
Gilberto (el que lleva la piel de cabra)
Godofredo (la paz del Señor)
Gonzalo (el genio de la guerra)
Guillermina (protectora)
Gustavo (bastón de mando)
Heriberto (el del ejército distinguido)
Hilda (heroína que lucha)
Hildeberto (brillo en la batalla)
Ildefonso (batallador)
Isabel (la poderosa)
Leonardo (león valeroso)
Leopoldo (valiente entre el pueblo)
Luis (variante de Ludovico, el guerrero famoso)
Matilde (la que lucha con fuerza)
Medardo (audaz en el poder)
Norberto (resplandor del norte)
Odón (enriquecido)
Óscar (lanza de Dios)
Ramiro (poderoso en la guerra)
Raymundo (protector y consejero)
Ricardo (el más fuerte)
Roberto (el que tiene fama)
Rodrigo (caudillo famoso)
Rogelio (famoso por la lanza)
Rosendo (su excelencia)

viernes, 21 de agosto de 2009

EL ARTE DE ESTRATEGIA., ATILA.

ATILA, EL REY DE LOS HUNOS

Esta lectura se seleccionó de un ingenioso libro titulado Leadership Secrets of Atila the Hun y contiene una serie de proverbios y "verdades" sobre las características y el comportamiento de los lideres, así como consejos de sentido común sobre que hacer y que no hacer en la dirección de personal

ADVERTENCIAS Y CONSEJOS

· Los informes escritos son útiles solo si el rey los lee.
· Un rey cuyos capitanes siempre están de acuerdo con él, obtiene consejos mediocres.
· Un capitán inteligente nunca mata al huno que le lleva malas noticias; mata al que no se las lleva.
· Un capitán que hace las preguntas equivocadas siempre escucha respuestas equivocadas.
· Un capitán inteligente nunca hace preguntas cuya respuestas no quiere escuchar.

CARÁCTER

· La grandeza de un huno se mide por los sacrificios que desea realizar por el bien de la nación.
· Un capitán siempre debe mantenerse por encima de la mezquindad y lograr que sus huestes hagan lo mismo.
· Un capitán no puede ganar si pierde la seguridad en si mismo. Debe tener confianza en si mismo y autoestima y, aunque no gane, sabrá que realizó su mejor esfuerzo.
· Un capitán no tiene que ser brillante para tener éxito; debe tener una sed insaciable de victoria, una creencia absoluta en su causa y un valor invencible que le permita resistir a todos los que pudieran desanimarlo.
· Los capitanes egocéntricos y engreídos en raras ocasiones son grandes líderes, pues en realidad son grandes idólatras de sí mismos.
· Los grandes capitanes nunca se toman demasiado en serio.
· Un capitán inteligente se adapta, no se compromete.
· El capitán que bebe con sus hunos se convierte en uno de ellos y ya nunca mas es su capitán.
· Los capitanes débiles se rodean de hunos débiles.
· Los capitanes fuertes se rodean de hunos fuertes.
· Cuando un capitán logra éxitos importantes, se intensifica la envidia que otros sienten por sus logros.

VALOR

· Los hunos deben aprender desde el principio que trabajar con empeño es una experiencia que influye en ellos todos los días de su vida.
· Los hunos que logran el éxito aprenden a luchar contra la adversidad y a superar sus errores.
· Un huno puede lograr cualquier cosa por la cual desee pagar el precio. La competencia disminuye en los niveles mas elevados.

TOMA DE DECISIONES

· Cada decisión incluye algún riesgo.
· El tiempo no siembre mejora una situación para su rey o sus hunos.
· Los grandes errores son inevitables cuando se permite que los hunos poco calificados tomen decisiones y establezcan juicios.
· Las decisiones rápidas no son siempre las mejores decisiones. Por otro lado, las decisiones lentas no son siempre las mejores decisiones.
· Los capitanes nunca deben apresurar las confrontaciones.
· La confianza de un capitán en sus decisiones garantiza que sus huestes conserven una imagen adecuada de él.
· Algo desafortunado ocurre cuando las decisiones finales son tomadas por capitanes que se encuentran muy lejos de frente, donde solo pueden adivinar las condiciones y las posibilidades conocidas únicamente por los capitanes que se encuentran en el campo de batalla.
· Los capitanes deben alejar a sus hunos de la guerra cuando consideren que la victoria no será dulce.
· La capacidad para tomar decisiones difíciles distingue a los capitanes de lo s hunos.

DELEGACION DE AUTORIDAD

· Los capitanes nunca colocan a sus huestes en situaciones en que sus puntos débiles prevalezcan sobre los fuertes.
· Los hunos que tienen éxito normalmente logran lo que su capitán espera de ellos.
· Un capitán inteligente nunca espera que sus huestes actúen mas allá de su conocimiento y capacidad.
· Un capitán inteligente siempre asigna misiones difíciles a los hunos que son capaces de realizarlas.
· La abdicación no es delegación, sino un signo de debilidad. La delegación es un signo de fuerza.

DESARROLLO DE CAPITANES

· Los grandes capitanes siempre tienen grandes debilidades. La obligación de un rey es hacer que prevalezcan los puntos fuertes de los capitanes.
· Los hunos aprenden menos del éxito que del fracaso.
· Los hunos aprenden mas rápidamente cuando se enfrentan con la adversidad.
· Un buen capitán toma riesgos delegando autoridad en un huno inexperto para fortalecer sus habilidades de liderazgo.
· La experiencia de los hunos debe organizarse para que su voluntad se fortalezca y profundice, a fin de que desarrollen el carácter que necesitarán cuando sean nombrados capitanes.
· Los hunos están mejor preparados para convertirse en capitanes cuando les proporcionan los retos apropiados por medio de niveles crecientes y responsabilidad.
· Si fuera fácil ser capitán, todos podrían serlo.
· Sin un reto, el potencial de un huno nunca se desarrolla.
· La presión adecuada es esencial para desarrollar capitanes.

DIPLOMATICA Y POLITICA

· Durante una guerra política, un huno siempre debe vigilar la retaguardia.
· La esencia de la victoria de los hunos se basa en la respuesta a las preguntas donde y cuando.
· Los hunos deben participar solo en guerras que puedan ganar.
· Los hunos pueden participar en una guerra como resultado de un fracaso diplomático; sin embargo, la guerra pueden ser necesaria para que comience la diplomacia.
· Para los hunos, el conflicto es un estado natural
· Los hunos solo hacen enemigos a propósito.
· Los hunos nunca toman por la fuerza lo que pueden lograrse por medio de la diplomacia.
· Los capitanes deben recordar que la hospitalidad, la calidez y la cortesía pueden cautivar incluso al enemigo mas fuerte.
· Los capitanes con frecuencia son traicionados por aquellos en quienes mas confían.

METAS

· Las metas superficiales conducen a resultados superficiales.
· Como nación, los hunos lograrían mas si se comportaran de manera que las metas nacionales fueran tan importantes como sus metas personales
· Un aspecto crucial para el éxito de un huno es la compresión de lo que el rey desea.
· Las metas de un huno siempre deben estar a la altura de su tenacidad.
· Un huno sin un propósito nunca sabrá en qué momento lo logró.
· La conformidad de un huno no siempre da como resultado el desempeño deseado.
· Los capitanes siempre deben tener grandes aspiraciones y buscar la perfección, en vez de seguir el camino seguro de la mediocridad.

LIDERES Y LIDERAZGO

· Los reyes siempre deben designar a sus mejores hunos como capitanes, sin importar cuan necesarios sean en su puesto actual.
· Los reyes nunca deben nombrar capitanes simulados. Deben poner a cargo al huno mas capacitado, otorgarle responsabilidad y autoridad, y entonces mantenerlo como responsable.
· Un capitán inteligente nunca depende de la suerte, sino que siempre confía su futuro al trabajo duro, a la resistencia, a la tenacidad y a una actitud positiva.
· Un capitán inteligente sabe que es responsable de bienestar de sus huestes y actúa de acuerdo con esa responsabilidad.
· Ser líder de los hunos suele ser un trabajo solitario.
· Una vez que se comprometen a actuar, los capitanes deben presionar para lograr la victoria y no para empatar sin comprometerse.
· La toma de riesgos compartida fortalecerá las relaciones entre un capitán y sus hunos.
· Los capitanes fuertes estimulan e inspiran el desempeño de sus huestes.
· Los mejores capitanes desarrollan la habilidad de hacer las preguntas correctas en el momento adecuado.
· Un capitán nunca puede estar a cargo si monta a la retaguardia.

PERCEPCIONES Y PUBLICIDAD

· En momentos difíciles, la nación siempre llamará al capitán mas eficiente para dirigir.
· Un huno que se toma demasiado en serio ha perdido su perspectiva.
· La percepción de un huno es la realidad para él
· Los hunos que parecen estar ocupados no siempre están trabajando.
· Es mejor que los amigos y enemigos de un huno hablen bien de él; sin embargo, es mejor que hablen mal a que lo ignoren. Cuando no se puede decir nada de un huno, posiblemente es porque nunca ha realizado nada en forma correcta.
· Al contrario de lo que piensa la mayoría de los capitanes, un huno no es recordado por lo que hizo en el pasado, sino por lo que la mayoría de los hunos piensa que realizó.

LOGRO PERSONAL

· Da mas prestigio ser un huno con éxito que un capitán fracasado.
· Incluso los romanos tienen la fortaleza para resistir los infortunios que causan otros.
· Si todos los hunos fueran ciegos, un guerrero tuerto sería el rey.
· Los grandes capitanes aceptan fracasar en algunos aspectos para sobresalir en situaciones más importantes.
· Cada huno es responsable de transformar e éxito las circunstancias y experiencias de su vida. Ningún huno, y con certeza ningún romano, puede hacer por otro huno lo que éste se niega a hacer por si mismo.

PROBLEMAS Y SOLUCIONES

· Los hunos deben aprender a concretarse en las oportunidades mas que en los problemas.
· Algunos hunos tienen soluciones para las cuales no existen problemas.

RECOMPENSA Y CASTIGOS

· Si un capitán incompetente es removido de su puesto, nunca debe designarse a su subordinado que ocupa el rango inmediato, ya que cuando un capitán fracasa también fracasan sus lideres de menor jerarquía.
· Si un capitán dice a un huno que está realizando un buen trabajo cuando no es verdad, éste no lo escuchará mas y, peor que eso, no creerá en sus elogios cuando estén justificados.

TOLERANCIA

· Todo huno es valioso, incluso si sólo sirve como un mal ejemplo.
· El error al designar a un capitán incompetente es colocarlo en una posición de autoridad sobre otros hunos.
· Para experimentar la fuerza de los capitanes debemos tolerar algunas de sus debilidades.
· Se batalla más con los hunos mediocres, pero leales, que con los hunos competentes, pero desleales.

CAPACITACION

· La capacitación adecuada de los hunos es esencial para la guerra y no puede ser ignorada por los capitanes en tiempos de paz.
· Las habilidades que pueden enseñarse son para los hunos en desarrollo.
· Las habilidades que pueden aprenderse están reservadas para los capitanes.
· La consecuencia de no capacitar adecuadamente a los hunos es no lograr lo que se espera de ellos.


------------------------------------------------------------------------------------



Con razón no volvia a crecer la hierba..............., la estrategia, un arma que ha aniquilado a pueblos y a llevado a la victoria a quien tubo el don de saber utilizarla.