lunes, 12 de octubre de 2009

LA BATALLA DE FARSALIA. PARTE I

Este articulo está realizado por " Satrapa1" y lo dedica a D.Jorge Eduardo Moises Oliver 8 ( Mexico D.C.). Mi opinión personal sobre el mismo, es excelente.


Las fuentes de que nos serviremos en esta ocasión son, principalmente, César, Plutarco, Apiano, Dión Casio y Lucano, las restantes fuentes de consulta, ya apenas sin interés, son: Floro, Veleyo, Polieno, Valerio M., Suetonio, Orosio, Estrabón y Frontino.

La fuente principal para tratar los acontecimientos desde el lado cesarista es sin duda la obra de César, para el lado pompeyano son mas fiables, como complementarias, los trabajos de Apiano y, sobre todo, Plutarco, que se notan que han bebido de versiones provenientes del lado pompeyano y por ello mas fiables que las apreciaciones del propio César durante la batalla, en cuanto a D. Cassio, aporta puntos de vista muy originales y su testimonio, pese a no ser muy bueno para la batalla, si que es interesante y clarificador para el resto de la campaña.


-Los dos autores, Apiano y Plutarco, están completamente de acuerdo en la versión cesarista para sus propias disposiciones, como mucho son complementarias a ella, pero sin embargo para el lado pompeyano divergen, y no utilizan sus escritos, siendo así que algunos hechos se presentan de distinto modo, mas razonable, si se puede decir.


LLegado César a Brindisi se encontró con el ejército que había ordenado concentrar para el ataque a Grecia, 12 legiones y, según Apiano, 10.000 jinetes. Parte de las legiones se encontraban maltrechas tanto por las largas campañas precedentes (Marsella, Hispania) como por la recién concluida Guerra de las Galias, pues César apenas había tenido tiempo de reorganizar y reforzar adecuadamente sus desgastadas unidades. Otro problema que se encontraba el líder romano, al margen del desgaste de su ejército, era la dificultad de transportarlo con seguridad a Grecia, había dado ordenes de construir numerosos navíos durante el invierno, aunque estos no estarán listos para la campaña, comenzada quizás demasiado pronto para ello.

Pese a encontrarse en plena estación invernal, César considero necesario trasladar inmediatamente el ejército a Grecia, a su favor, pensaría, contaba el factor sorpresa, y quizás también estaba enterado de que la flota pompeyana había relajado la vigilancia del estrecho (1), como quiera que fuese reunió decididamente todos los hombres que pudo embarcar, 7 legiones mas 500 jinetes (según el propio César unos 20.000 infantes, aunque se puede redondear para arriba), y partió rumbo al Epiro, Gabinio y Marco Antonio quedaron en Brindisi a la espera del regreso de la flota de transporte.


LLego César sin contratiempos a las costas del Epiro, desembarco en una playa lejos de las grandes ciudades de la región (a propósito, pues según nos cuenta Dión Cassio temía que estas estuviesen guarnecidas por las flotas rivales). Según es sabido, dio orden de que la flota de transporte regresase inmediatamente a Brindisi, la orden no fue obedecida, probablemente por cansancio o por mal estado de la mar, lo cierto es que cuando la escuadra puso por fin rumbo a Italia los pompeyanos ya habían tomado cartas en el asunto y sus escuadras habían salido a la mar, la flota de César fue entonces interceptada y 30 de sus transportes apresados por M. Bibulo, comandante en jefe de la flota pompeyana.

César había llegado pues a Grecia, ahora M. Bibulo, sin duda humillado, puso todo su empeño en que ningúncontingente cesariano más pusiese sus pies tierra, ordeno entonces a todas las flotas de guerra del sector cubrir todas las ensenadas y rincones posibles en donde pudiese fondear la escuadra enemiga, a partir de este momento y hasta su repentina muerte, M. Bibulo no cejo ya un momento en la vigilancia de las costas.

En los cálculos de César parece que no había entrado la posibilidad de que la flota enemiga diera al traste con sus previsiones, desde el momento en que desembarco y tras la llegada de Bibulo, César quedo, practicamente, incomunicado con Italia, tal era entonces el cerco que tejió Bibulo alrededor de Julio César.

En tanto en cuanto se solventaba el difícil asunto de los refuerzos, César se puso manos a la obra ya desde el primer momento, su objetivo, conseguir puertos, bases navales en donde preparar la llegada de las legiones de Italia. Torpemente envió entonces a uno de los oficiales que había hecho prisionero en busca de Pompeyo con instrucciones de comunicarle que todavía, si se hacia un esfuerzo, se podía llegar a un arreglo pactado. Este oficial acelero en todo lo posible la marcha hacia su ejército a sabiendas que Pompeyo no sabia todavía de la llegada de César a Grecia. Efectivamente cuando le encontró (marchaba entonces tranquilamente por la vía Egnacia hacia Dirrachium para invernar) Pompeyo no tuvo por menos que ordenar al ejército las marchas forzadas, había que llegar cuanto antes a la costa a través de la ruta que desembocaba en Apollonia, pues temía que César ocupase sin apenas oposición las principales bases de esta zona del Epiro (6).


Sin perdida de tiempo, como comentaba, César llego ante las murallas de Oricus, el jefe de la guarnición intento que sus auxiliares griegos se preparasen para repeler el ataque, sin embargo, estos no estaban para la tarea, la población tampoco quería líos así que el bueno de Torcuato sencillamente se entrego a César a discreción, este, como era su buena costumbre, no le hizo ningún mal e incluso le incluyo en su circulo de amigos. Sin perder un instante César continuo en dirección norte su marcha, en Apollonia se esperaba ya su llegada, el gobernador pompeyano de la plaza también vio como la ciudad eludía cualquier tipo de compromiso de lucha, así que, poco antes de la llegada del enemigo, Lucio Etaberio, gobernador de la plaza, escapo de la ciudad, que recibió entonces con las puertas abiertas al ejército de César.


OPERACIONES MENORES DE LA ESCUADRA POMPEYANA I

Una vez desperezada, la flota pompeyana comenzó la guerra con fuerza, la escuadra del Ilirico y Acaya, bajo Marco Octavio y Escribonio Libón se lanzo sobre Salona (la provincia del Ilirico se encontraba bajo control de César), consiguióM. Octavio la alianza de los dalmatas y traer a los de Issa para su bando. Salonae, capital de la provincia, se negó a abrir las puertas a la flota pompeyana, M. Octavio desembarco un ejército y, junto con los dalmatas, planteo un férreo asedio a la ciudad costera. Pese a los repetidos llamamientos de socorro que consiguieron hacer llegar a César, este, evidentemente, poco podía hacer, sin embargo, estos consiguieron por si mismos hacer desistir al pompeyano de su intento pues, debido a una repentina salida de la guarnición (se habían liberado también a los esclavos para combatir y los ciudadanos también portaban armas) los asaltantes fueron sorprendidos de tal manera que los cinco campamentos en que se habían distribuido fueron sucesivamente arrollados, a duras penas pudieron refugiarse en la escuadra. Después de esto M. Octavio renuncio al intento y, avanzado el invierno, costeo hasta Dirrachium para unirse a Pompeyo.



Es difícil saber si la incursión de M. Octavio en Iliria tenia que ver con la, supongo conocida, noticia de que el cesariano Gabinio, al frente de dos? legiones, tenia intención de atravesar Iliria, costeandola, para tratar de llegar junto a César en Grecia, lo cierto es que sufrió una contundente derrota precisamente a la altura de Salonae, emboscado por los dalmatas, a quienes M. Octavio había traído a la alianza con Pompeyo.




Pompeyo, enterado ya de la caida de Oricus y Apollonia, y asustado por la seguridad de Dirrachium, tuerce la marcha en dirección a esta, a toda la velocidad que le es posible acelera el paso y, dejando atrás todo lo que pudiera ser un lastre, consigue llegar, esta vez antes que César, a las proximidades de la ciudad costera sin contratiempos. César, advertido de la llegada del ejército de Pompeyo, suspende la marcha, retrocede en busca de una buena posición defensiva y establece sus reales al otro lado del río Apso con la intención final de invernar en espera de los refuerzos de Italia. Durante el impasse impuesto por el teórico fin de las operaciones, César no cejo en sus intentos de hacer llegar de Italia los refuerzos que tan ansiadamente esperaba, no le importa que las costas estén perfectamente vigiladas por el enemigo, piensa que su fortuna le acompaña sin reparar en los imposibles. Consigue hacer llegar en el ultimo momento a Brindisi un aviso de que las flotas pompeyanas han estrechado al máximo la vigilancia de las costas y que debía renunciarse a la travesía por el momento, este aviso llega cuando ya Caleno había embarcado las legiones y ponía rumbo a alta mar, gracias a esta advertencia, de ultima hora, la flota pudo virar y regresar sana y salva, de tan poco dependió, reconoce César en sus escritos, la suerte de todas esas legiones. La única acción, pero poco efectiva, que pudo adoptar César contra las escuadras pompeyanas fue la de colocar guarniciones por toda la costa para evitar que, dado que los navíos pompeyanos se habían establecido en los fondeaderos costeros como medida de vigilancia, que pudiesen recabar de tierra cualquier tipo de suministro, principalmente el agua, que al final se vieron estos obligados a traer desde Corcira. M. Bibulo no tenia ninguna intención de aflojar la soga que rodeaba el cuello del ejército de César, llego incluso a no tomar tierra más y a vivir entre uno y otro fondeadero permaneciendo siempre alerta frente a su enemigo (2).

LLego entre tanto Pompeyo desde Dirrachium y construyo su campamento en su lado del río, frente a los de César. Según nos relata Dión Cassio, la desproporción de fuerzas era evidente, el ejército de Pompeyo con 9 legiones más sus numerosos auxiliares era mucho mas poderoso que las 7 legiones (incompletas) y 500 jinetes que desplegaba César, este, que renuncio al combate al advertir la manifiesta desventaja, trato de entablar negociaciones (3), en vistas a ganar tiempo, cosa que Pompeyo no tuvo a bien deduciendo que la finalidad de las mismas era sólo eso, perder tiempo (11), se desplego entonces para la batalla y ordenando a las legiones el avance. Siguiendo a Dión Cassio, leemos que Pompeyo tuvo la mala fortuna que a la hora de atravesar el río Apso por un puente, este se vino abajo, hiriendo a muchos soldados y dejando al otro lado a un numeroso grupo de hombres que cayeron entonces en manos del enemigo. Pompeyo no llevo a bien este hecho, considerandolo de mal augurio, era el primer choque con las fuerzas de César y las cosas habían acabado muy mal, por el momento, decidió, no entablaría batalla, inclinandose supongo por invernar y proseguir el entrenamiento de sus hombres en espera del comienzo del buen tiempo, por otra parte, consta que no existía ningún vado cercano (13) por el cual hacer atravesar las tropas, así pues ambos ejércitos se instalan ante las orillas de un río que no pueden atravesar y que al mismo tiempo les permite permanecer a salvo de sorpresas.

OPERACIONES MENORES DE LA ESCUADRA POMPEYANA II

Tras la muerte de Marco Bibulo, Escribonio Libón, al frente de su escuadra, partió hacia Italia con el ambicioso plan de bloquear el puerto de Brundisium, acción que sin duda podría decidir la guerra del lado pompeyano. Según nos cuenta César, la flota pompeyana llego sin contratiempos ante la isla de Pharos, que controla, como vemos en el mapa, la estrecha salida del puerto de Brundisium. Marco Antonio decidió combatir de dos maneras al atacante, quien había repelido a la débil guarición de la isleta y se enseñoreaba ahora de ella. Por un lado intento tender emboscadas a los navíos del pompeyano, por otro, y con mas éxito, evitar que pudiese avituallarse en la costa cercana puesto que, si bien de los alimentos era fácil tirar de ellos, para el agua se necesitaba indispensablemente algún río o fuente de la costa. M. Antonio puso guardias y celadas en todos los puntos cercanos en donde se podía recoger agua de tal forma y manera que poco tiempo después de su llegada, E. Libón, sin posibilidad de hacer aguada, tuvo que darse por vencido y retirarse humillantemente hasta los puertos del Epiro, pese a que había sido tan incauto de comunicar a Pompeyo que él sólo con su estrategia seria capaz de arruinar cualquier intento de M. Antonio de hacerse a la mar.


No es César un refinado estratega, durante todas sus campañas se advierte una fe ciega en su propia suerte en la que confía para solventar los mas que probables problemas que plantea la deficiente atención que pone en estos temas. Ahora nos lo encontramos plantado a la defensiva ante el superior ejército de Pompeyo, nervioso por la incapacidad de sus subalternos de lograr, como él, atravesar el estrecho con las legiones de refuerzo. Por alguna extraña razón se niega a admitir que el férreo control de las costas llevado adelante por Marco Bibulo imposibilita a Marco Antonio y a Caleno realizar la travesía con un mínimo de confianza. Tal es el desasosiego de César que, según nos relata Dión Cassio, cuando decide, en plena tormenta, embarcar rumbo a Italia, lo hace por que en realidad teme que sus generales le hayan traicionado y hayan adoptado una posición de neutralidad ante el conflicto, de esta forma se lanza César contra las olas confiado tan sólo en que su reconocida fortuna le hará llegar a Brindisi sano y salvo mientras las escuadras pompeyanas, sensatamente, se encuentran recogidas por el mal tiempo. Así pues, era capaz de abandonar sus ejércitos en Grecia para lanzarse a una temeraria travesía que bien no pudiese, entre otras cosas, tener retorno (5). Toda esta historia es consecuencia, como comentaba, de la deficiente planificación estratégica que casi siempre imprime César a sus campañas, esta vez había imposibles a los que ni su suerte podría vencer.

Se contentara entonces con enviar a Brindisium, a la primera oportunidad, a un legado con la idea de tratar de convencer a Gabinio (10) de atravesar cuanto antes el estrecho, si no encontraba receptivo al general, que se lo ordenase a M. Antonio, y si no a Fusio Caleno, y finalmente, de no encontrar a ninguno de ellos receptivo, pasar a tratar directamente con los soldados y embarcar directamente con los voluntarios rumbo a Grecia.

Nada de esto se hará(4), simplemente no hay ninguna posibilidad de cruzar el estrecho en tanto en cuanto no cambien el curso de los acontecimientos, y no cambiaron hasta que, según da a entender Dión Cassio, M. Bibulo, almirante de toda la flota pompeyana, murió de enfermedad (12), a partir de este momento M. Antonio trato ya, mas confiadamente, de realizar la travesía en la primera ocasión posible, más, cuando consiguió rechazar de Brindisium a la flota de Escribonio Libón, con lo que gano confianza y, paralelamente, desprecio por la capacidad de sus adversarios.


Concluyo entre tanto el invierno, las condiciones del mar mejoraron y la confianza de Antonio en sus posibilidades aumentaron, por otro lado César no ceja ni un momento en pedir los refuerzos, concluye el invierno y la campaña comenzara pronto, sin esas tropas de Italia las cosas pueden ponerse muy feas para él (15) , así pues, un determinado día en el que las condiciones fueron favorables, M. Antonio se hizo por fin a la mar.


La primavera del año 48 a.C. los dos ejércitos apostados a ambos lados del río Apsus observaron unos con sobresalto, los otros con esperanza, como la flota de M. Antonio pasaba lejos de la costa rumbo hacia el norte, empujado por vientos ante los que no podían oponerse. La flota de Antonio pronto llego a la altura de Dirrachium, allí, la escuadra de Rodas a cargo de Quinto Coponio se hizo a la mar, cuando parecía que la suerte de la flota de Antonio estaba echada, de nuevo la fortuna vino a sacarla de las garras de sus enemigos, un fuerte viento arreció justo en el instante en que las naves pompeyanas les daban alcance, empujados así los grandes pécios de transporte se alejaron de las galeras de sus enemigos, aunque estas, a golpe de remo, consiguieron seguirlas de lejos. La flota de Antonio llego por fin hasta tierra, cerca de Lissus los barcos pudieron por fin fondear, justo a tiempo, pues se desato en ese instante una tormenta tal que todas las naves pompeyanas que venían en persecución naufragaron y los más, cayeron en manos de los cesarianos. En toda la travesía no tuvo Antonio mas que lamentar la perdida de dos barcos, los dos, extraviados, fueron a dar a Lissus, en donde Otacilio Craso destaco contra ellos gran numero de chalupas y otras embarcaciones, y aun en uno de ellos los hombres pudieron salvarse (14).
Una vez desembarcado el ejército de M. Antonio, 3 legiones veteranas y 1 de reclutas, se hizo con Lissus, ciudad que, habiendo pertenecido a la jurisdicción de César en Iliria, se sentía obligada a él, Otacilio Craso huyo y M. Antonio entro en la ciudad. Enterados por fin Pompeyo y César de la ubicación de los esperados refuerzos, Pompeyo (9) resolvió retroceder con rapidez para alcanzar a Antonio antes de que este llegase a contactar con César, era posible batir por separado a sus dos rivales aunque dependería de la rapidez de sus movimientos, César no se iba a quedar atrás, consciente de la necesidad de unir sus fuerzas a las de Antonio partió también a marchas forzadas en pos de su lugarteniente (7). De esta forma se entablo lo mas parecido a una carrera entre los dos ejércitos rivales mientras Antonio, ignorante de lo que podía encontrarse, marchaba hacia el sur a igual celeridad. Pompeyo, gracias a que tenia menos camino que recorrer, consiguió colocarse con una cómoda ventaja que le permitía volcarse sobre Antonio antes de que César pudiese evitarlo, o por lo menos eso creía, César, consciente de su situación, consiguió hacer llegar a Antonio un mensaje advirtiendole de las intenciones de Pompeyo, Antonio se detuvo entonces durante 24 horas, las suficientes para que César pudiese adelantar su posición. Dando la jornada por perdida, Pompeyo retrocedió rápidamente sobre la región de Dirrachium pues temía quedar rodeado ahora por los dos ejércitos rivales, unidos César y Antonio la inferioridad de Pompeyo era manifiesta, había llegado el momento pues de cambiar de estrategia.
Una vez en Dirrachium comenzó a atrincherarse y preparar la defensa, reunidos sus dos antagonistas, el tiempo sí se convertía en su aliado, gracias a su red de suministros plantearía a César una guerra de desgaste, reto que César acepto y que se convertiría en otro de sus grandes errores en la campaña.


EJÉRCITOS EN CAMPAÑA ANTES DEL ATAQUE DE CESAR A DIRRACHIUM.


Para las cifras se han utilizado las referencias dejadas por César y Dión Cassio (8). Hay que considerar que casi la mayor parte de los legionarios de César son veteranos de reconocida eficiencia y los de Pompeyo reclutas, ademas, muchas de las tropas de este ultimo se encuentran todavía embarcadas en las flotas, así pues, ante la imposibilidad real de conocer su numero me inclino por una cifra mas bien baja, siguiendo el criterio de D. Cassio.


Campaña de Dirrachium: Inicio.


No se conocen con exactitud las guarniciones dejadas por César en el sur, (aunque parece ser que sólo 3 cohortes en Oricus) cuento ya aquí la legión que se encontraba en Oricus y que llama ahora a que se presente también ante Dirrachium.




César

Legiones IX, X, VIII, XI, XII y XXVII mas otras 5 sin identificar.
En total 11 legiones: Unos 1.300 jinetes y entre 40.000 y 50.000 infantes.



Pompeyo

Legiones I, III, IV, V, XXXVII mas otras 4 sin identificar.
En total 9 legiones: Unos 4.000 jinetes, 30/35.000 infantes. El numero de auxiliares es desconocido, quizás 5/10.000.

En la segunda parte trataremos de los acontecimientos sucedidos desde la union de Cesar con Antonio, la batalla por Dirrachium, hasta la derrota de César y su huida a Tesalia.


Notas..
(1) Así lo asegura Dión Cassio, para él, la precipitada travesía se debió a este hecho, sin embargo no deja de criticar duramente este incierto movimiento de César.


(2) Según Dión Cassio, una de las razones por las cuales Marco Antonio no puso todo de su parte para aligerar el paso de las legiones que esperaba César fue el respeto que tenia la capacidad de Bibulo, personaje al que temía. Según sus fuentes, sólo después de la muerte de este se decidió M. Antonio a tratar de cruzar el estrecho que les separaba de Grecia.


(3) Estas entrevistas aparecen extensamente relatadas en los escritos de César, siempre dispuesto a aparecer como el adalid del entendimiento y la negociación, aquí la versión de D. Cassio me parece bastante creíble, que explicación de otra manera tiene el hecho que el hiperactivo Julio César pase todo el invierno mano sobre mano en espera de las tropas de Italia, evidentemente se sentía en clara desventaja frente a Pompeyo, todo cambiara, como veremos, en cuanto reciba esas anheladas legiones de refuerzo.


(4) Gabinio, probablemente desesperado por no poder cumplir las ordenes de César, se propone dirigirse a Grecia por tierra, a tal efecto recluta cuantos voluntarios le son posibles (una legión mas un indeterminado numero de cohortes más) y emprende la marcha hacia Iliria en donde será duramente derrotado por los dalmatas perdiendo un mínimo de 5 cohortes y el águila de la legión.


(5) Aunque la razón que da Dión Cassio es ciertamente de peso, si César pensaba que le habían traicionado, pensamiento este bastante probable pues también lo deja entrever en sus escritos, no seria de extrañar su actitud, ya que en la posición que se había metido con su imprudencia estaba mas que vendido, sobre todo si Pompeyo esperaba, como era de prever, la llegada de Escipión y su ejército de Asia, con lo que las fuerzas de César estarían ya en una abrumadora desventaja.


(6) También, ciertamente importante, mando avisar a Escipión, quien se encontraba todavía en la provincia de Asia, a que acelerara su venida, advirtiendole entonces del desembarco de César en Grecia. Escipión dejo todas las rapiñas que tenia entre manos y marcho inmediatamente en dirección a Macedonia.


(7) Necesitaba César subir río arriba en busca de una vado propicio para atravesar el caudaloso río, este precioso tiempo fue aprovechado por Pompeyo para sacarle una considerable ventaja.


(8) César nos comenta en sus escritos que cruzo a Grecia con 7 legiones, especifica luego,unos 20.000 infantes y 500 jinetes (que yo redondearía hacia arriba, entre 20 y 25.000 hombres). Hemos de deducir que mas adelante M. Antonio, con mas tiempo para preparar sus fuerzas, podría haber completado un poco mejor los cuadros de sus legiones, sobre todo la de los bisoños, por lo que no seria descabellado dar al conjunto de sus 4 legiones un mínimo de 15.000 hombres, mas los jinetes, unos 800 y una indeterminada cifra de auxiliares. La cifra total resultante es la que he deducido tras el resultado final de la campaña teniendo en cuenta las bajas por enfermedad, guarniciones, bajas, otros contingentes desplazados al Ática y las cifras que da César para Farsalia, todo esto lo desglosare mas adelante, al llegar a la propia batalla final.


(9) La flota de Antonio fue atacada por la escuadra de M. Octavio y totalmente destruida .


(10) Por ello algunos, con fundamento, ven a Gabinio como el segundo jefe del ejército, y no a Marco Antonio.


(11) César escenifica dramáticamente como los pompeyanos dan fin a las conversaciones, como el traidor Labieno corta por lo sano y algunos soldados de César salen malparados en la acción, como comentaba en este caso los datos proporcionados por Dión Cassio nos aclaran el verdadero sentir de los oficiales de Pompeyo, César tan sólo deseaba ganar tiempo así que no tenían por que seguirle el juego.


(12) El testarudo de Bibulo permaneció embarcado y vigilante hasta el ultimo momento, y pese a que cayo gravemente enfermo no consintió en ser desembarcado y tratado en tierra.


(13) Lo que ahora supuso una ventaja para César, luego se volverá en su contra, pues cuando quería perseguir a Pompeyo se vera obligado a dar un largo rodeo en busca de un vado aprovechable para hacer cruzar sus tropas.


(14) Uno de los barcos transportaba 200 reclutas, estos se rindieron a la primera oportunidad para ser luego masacrados, el otro barco conducía a un grupo de veteranos que no se dejo engañar, consiguieron aguantar el tiempo suficiente para llegar a tierra, saltar y salvarse.


(15) César razona, acertadamente, que había que aprovechar los vientos invernales para realizar la travesía, con las calmas que trae el buen tiempo seria imposible para los lentos buques de transporte cruzar la distancia que les separa de Grecia sin ser rápidamente alcanzados por los navíos de guerra enemigos. De todo esto es consciente , sin duda, Antonio, pero también es cierto que siempre hay otros factores en juego con los que contar.

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